Otro Blog del Grupo Noticias en Tweets »» Sígueme en Facebook Sígueme en Twitter Síguenos en Instagram Suscríbete a NT Youtube Suscríbete Gratis Síguenos en Google +

domingo, 24 de agosto de 2014

Entre gasolina y barranco. Por Domingo Fontiveros


El discurso oficial ha cambiado sustancialmente en el transcurso de un mes

DOMINGO FONTIVEROS | EL UNIVERSAL

El gobierno mantiene al país en ascuas mientras se espera el anuncio de la nueva política económica. En agosto 15 venció la prórroga de un mes que se concedió a sí mismo para tenerla lista. En su lugar, se produce en acuerdo con el Presidente la renuncia en pleno de los ministros, para dejarlo en plena libertad de acción, y se difunde la noticia de un nuevo viaje a Cuba donde seguramente oirá opiniones sobre la difícil coyuntura nacional. El llamado plan de ajuste económico, mientras tanto, sigue en el congelador, corriendo el tiempo de la segunda prórroga implícita, ahora por tiempo indefinido.

Los problemas económicos seguirán complicándose a menos que reciban tratamiento. En un momento el gobierno pareció estar preparado para un ajuste mayor de las variables económicas. Se reveló la intención de aumentar fuertemente el precio de los combustibles para el mercado interno y la unificación cambiaria, se autorizó el incremento en los precios y tarifas rezagados de algunos rubros y servicios, hubo algunos encuentros con entes financieros del exterior, se lograron acuerdos marco de financiamiento con el gobierno chino y se comentó sobre la presencia de personal técnico del Fondo Monetario Internacional (FMI) evaluando información oficial. Nada importante se ha materializado todavía.

De lucir convencidas y seguras en un principio, ahora las autoridades prefieren mostrar ambigüedad sobre estos temas. Ya nada se dice o hace respecto al precio de la gasolina, excepto la represión a la exportación ilegal (mal llamada contrabando de extracción) con miles de funcionarios y cierre parcial de la frontera con Colombia. De la unificación cambiaria se habla ahora de un cambio oficial dual. De la corrección en el atraso de precios se pasa ahora a la aplicación implacable de la ley de precios justos con participación mayor del poder popular. Lo que hasta hace poco fue una bienvenida aunque fugaz esperanza de rectificación del modelo económico -y político- se ha trastocado en una "revolución dentro de la revolución" aderezada con otros mensajes por el estilo, cuyo significado y alcance corresponde a los políticos interpretar, bien como justificaciones de medidas impopulares posteriores o como "relanzamiento" del paroxismo populista.

Dado que en 2015 habrá elecciones parlamentarias, la sabiduría convencional recomienda a las autoridades tomar las medidas económicas duras, si es inevitable, con antelación suficiente para dar tiempo a una recuperación electoral del oficialismo después. Pero ¿cuáles serían estas medidas? y duras ¿para quiénes?

Viendo el tema en perspectiva, el gobierno sigue en la curva de aprendizaje. Creyó en 2013 que las dificultades podían ser superadas con una devaluación a medias, mayor racionamiento de divisas y con el Sicad II. El movimiento no equilibró el mercado cambiario y le salió el tiro por la culata con un agudo repunte inflacionario. Después puede haber creído que con promesas de cambio y ajustes graduales de diverso género obtendría respaldo financiero extranjero, pero se percató de que el financiamiento estaba condicionado, que un ajuste lento es inadmisible y que el incremento del precio de la gasolina es un termómetro con que miden los financistas extranjeros el grado de compromiso con un programa sistemático de estabilización.

Lo cierto es que el discurso oficial ha cambiado sustancialmente en el transcurso de un mes. Se ha radicalizado en la típica actitud de quien aspira negociar desde una posición de fuerza, aunque en estos escenarios todos se conocen bien y saben, por así decirlo, cuánto puede sangrar cada quien.

El gobierno ha tropezado con la economía. Aunque sea una dimensión para la cual no tiene vocación, no le queda más remedio que encararla bien.

Su mejor opción sería promover un "vuelvan caras", algo así como lo que hizo el socialista François Mitterrand en la década de 1980 cuando el desastre financiero del socialismo amenazó hundir la economía francesa: eligió rectificar antes que el barranco. Al socialista Maduro le toca en este 2014 resolver un dilema similar.

dffontiveros@gmail.com



Compártelo y Coméntalo en las Redes Sociales



Recibe nuestras actualizaciones por E-Mail. Suscríbete Gratis