MIGUEL BAHACHILLE M. | EL UNIVERSAL
El Grupo de los 20 países en desarrollo (G-20) manifestaba temerariamente que en Venezuela no hay gobierno ni oposición. Vale aclarar que la expresión "no hay gobierno" es una metáfora común que se esgrime popularmente para resaltar más la ineficacia de la gestión pública que su inexistencia física. En cambio "no hay oposición" es en extremo alarmante porque implica condenar a la gente a subsistir sin alternativas. El G-20 erró. La oposición es imborrable. Siempre existirá por ser un sentimiento arraigado a la emocionalidad personal o asociada. Hasta los infantes usan el eufemismo "falta de gobierno" para oponerse cuando entonan canciones referidas a sus conflictos y, por ende, a los del país.
La oposición política orgánica es otra cosa. Es aquella en la cual sus ductores asumen la difícil tarea de agrupar impresiones disímiles para convertirlas en opción legítima con representación integral. ¡Por supuesto que existe oposición!, aunque algunos integrantes de la MUD no se den cuenta de ello.
Si la MUD no canaliza el visible capital político opuesto al gobierno, corre el riesgo que esa corriente de opinión se derrame como agua entre los dedos. ¡Por Dios!, la reprobación del régimen reflejada por las encuestas serias está por encima del 80%. Aun así algunos bisojos de oposición, con cristalinos desenfocados, persisten en hurgar sus ombligos buscando satisfacción íntima que poco interesan a la mayoría. Su estrabismo exaltado les impide advertir que el foco está afuera; donde están los verdaderos conflictos.
La imagen de una estructura gubernativa unificada, esgrimida por Chávez a lo largo de 14 años, ya no existe como presumen algunos oficialistas. No obstante el ejercicio del poder remendón, el gobierno conserva la hegemonía del aparato administrativo de la nación. Ese esquema monopolista lo hace único receptor de los fracasos agrupados y de la desmedrada calidad de vida en todos los estratos del país. La MUD debe insistir en sus denuncias contra todo denuesto y, por qué no, sacar provecho de ello. Es parte de la política. ¿No fue lo que hizo Chávez al denigrar, justa o injustamente, de los 40 años de democracia en la cual se formó?
Los constantes rediseños y vaivenes administrativos aunados al declive de entes burocráticos de servicio público, ha enmohecido el proceso que insisten en llamar "revolución". Ante la avalancha informativa del gobierno para aplastar la expresión de otras corrientes políticas y el reclamo popular, quedan dos opciones: llorar holgando o recorrer el país para evidenciar que "sí hay oposición".
La división social promovida por un soñador so pretexto de instaurar en Venezuela un esquema igualitario, no obstante las fracasadas experiencias mundiales (URSS), está llegando a su fin. La mayoría, víctima de ese amaño alucinante y menoscabador de la calidad de vida, está negada a seguir formando parte de una rutina improductiva "veraneando" como simple conformista.
No es momento para pleitos menores. La oposición debe demostrar que sí existe y que está en disposición y capacidad de ser "la alternativa". No basta con decirlo. Hora de arrancar la caravana. Los rezagados, ungidos por el inmediatismo, pueden quedarse en los templos esperando un milagro que nunca vendrá. El cambio hay que buscarlo con los avíos de la Democracia. A un año del sufragio legislativo, el itinerario debería estar claro. ¡No, no está lejos el día! como muchos coligen. Es hora de concordar los diversos puntos de vista para ganar las legislativas del 2015. Lo otro, es pura fantasía.
miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29
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