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miércoles, 17 de diciembre de 2014

La batalla final contra el imperio. Por Elides Rojas


ELIDES J. ROJAS L. | EL UNIVERSAL

Luego de observar la marcha convocada por el oficialismo para protestar contra el imperio por las supuestas sanciones que algún día de estos decretará Obama contra algunos funcionarios considerados violadores de Derechos Humanos, queda claro que estamos en presencia de la etapa definitiva de la guerra histórica contra el imperio y sus tentáculos capitalistas.

Este enfrentamiento comenzó, como saben todos, hace muchísimos años, pero les ha tocado a los hijos de Chávez protagonizar el enfrentamiento definitivo contra las formas malignas que encierra la explotación del hombre por el hombre. Tenía que ocurrir alguna vez. Demasiada injusticia, demasiado ahorcamiento, demasiado ejercicio del chupasangrismo descarnado en contra de los pobres. Para eso nació el chavismo. Para eso hay sucesores y herederos. La lucha sigue, dicen a gritos a cada rato. Pero llegó el final. Llegó el día de la batalla decisiva o, al menos, el comienzo de la gran guerra en la que el mundo podrá terminar sujeto al más poderoso de los socialismos del Siglo XXI o, finalmente, el capitalismo se extenderá por toda la tierra sin más límite que los mares. Y no es seguro que algún océano pueda detener el avanza del billete así no más.

El imperio amenaza con una lista de violadores de Derechos Humanos, con las sanciones individuales correspondientes que incluye la dolorosa pérdida de la visa norteamericana que deja al violador de derechos humanos sin la opción de ver por mucho tiempo a Micky y demás miembros de la fauna Disney. La rabieta del imperio también registra congelamiento de cuentas bancarias y bienes en los que los violadores de Derechos Humanos aparezcan como titulares. Esta última sanción puede interpretarse más bien como un favor del imperio, pues no hay que entender que para un socialista real, verdadero, eso de tener dólares en cuentas y casitas con perrito y todo regadas por Florida debe ser un peso espiritual e ideológico tremendo. Mejor es lo que sucede, dirán en medio de la autocrítica y la reflexión socialista. Pero esto no se queda así. La lucha sigue.

De inmediato el epicentro de la revolución mundial responde con un certero golpe, justo el hígado del imperio, y convoca a una marcha contra Estados Unidos que será registrada en los anales de la historia como la Batalla de la Avenida Bolívar. La gran cita arranca con el cierre de calles, avenidas y todo el centro de Caracas para generar el caos y el desorden que el imperialismo seguramente sufrió desde Washington viendo las imágenes suicidas de sus enemigos socialistas en Venezuela. Inteligencia gringa reportó uno de los más impresionantes congestionamientos de tránsito provocados por la acción humana jamás vistos desde que salió el Ford T-1 por allá a comienzos de los años 1900. Pero lo peor de la gran batalla estaba por verse. Hubo atentados contra abastos y licorerías para forzar ventas fuera de horario, miles de guerreros tomaron por asalto las tiendas de Sabana Grande y centros comerciales de la capital. Otro numeroso grupo de combatientes socialistas se dedicó a hacer mercado mientras otros aprovechaban de ir a las farmacias en busca del medicamento que no encuentran en Chejendé o en Cumaná, de donde vinieron atraídos por la gran batalla contra el imperio.

Los más aferrados a los principios de Marx aprovecharon para meterse, con su franela y boina roja encima, una hamburguesa de tres pisos socialistas en el MacDonald s más cercano al campo de batalla. No importa. Un pedazo de carne al estilo gringo jamás podrá liquidar un profundo y serio socialismo.

Twitter: @ejrl


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