José Guerra / El Nacional
Precios petroleros relativamente bajos probablemente dominen la escena económica de Venezuela durante 2015. Una disminución de precios que se traduzca en 30,0% menos de ingresos en moneda extranjera va a tener efectos desfavorables sobre la economía. A diferencia de la prolongada recesión que se padeció entre 2009 y 2010, en esta ocasión el panorama económico luce más complicado. Contrario a aquella situación recesiva que fue sorteada con una mezcla de política fiscal y monetaria considerablemente expansiva, en esta coyuntura dado el grave cuadro inflacionario y la restricción de divisas luce improbable que la simple expansión fiscal sea suficiente para sacar la economía de la contracción. El riesgo es que la inflación se desborde.
La disminución de los ingresos fiscales, el potencial financiamiento monetario del déficit, reservas internacionales en el límite mínimo admisible, una amplia brecha cambiara como expresión de un control de cambio colapsado, compromisos de pagos de deuda externa que exceden la capacidad de generación de ingresos, un sistema de precios relativos destruido, capacidades productivas averiadas por un control de precios disfuncional y la falta de un equipo económico coherente y carente de liderazgo, permiten concluir que la crisis económica que se conformó en 2014 se extenderá a 2015.
Ello se expresará en mayores restricciones en el acceso a las divisas que pueden llevar a que el gobierno intente renegociar la deuda externa en vista de que no resulta viable tener que cancelar 11.200 millones de dólares en servicio de la deuda externa en momentos en que se registra una caída vertical de los ingresos de divisas y la capacidad de financiamiento está literalmente cerrada, a menos que el gobierno acceda a colocar deuda en moneda extranjera con un interés superior a 16,0%. Saldar la deuda en estas condiciones implicaría sacrificar importaciones que son esenciales para reanudar el crecimiento de la economía.
En cualquier evento, la economía dispondrá de mucho menos divisas que en 2014, razón por la cual no es posible admitir una recuperación de la actividad económica, de forma tal que es de esperar una nueva contracción del PIB para el año 2015. Conjuntamente con ello, la declinación de los ingresos petroleros y la ausencia de un fondo de estabilización, abren espacio para que el BCV provea de liquidez a Pdvsa para que esta empresa materialice su gasto y ayude a financiar al fisco. Esto, en conjunción con un probable ajuste cambiario, explícito o implícito, va a crear presiones sobre los precios que llevarían la inflación a tres dígitos, si es que el gobierno decide evitar que se exacerbe la escasez.
Adoptar medidas para estabilizar la economía en medio de un ciclo electoral siempre resulta difícil y lo es más todavía cuando el presidente Maduro no cuenta con capital político para ponerlo en juego en 2015 cuando pudo haberlo hecho en 2014 y no lo hizo. Lo complejo de la situación es que la opción de no ajustar es cada vez más costosa y algo tendrá que hacer el gobierno antes de que la inflación adquiera un ritmo explosivo.
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