Los miembros de OPEP enfrentan todos descensos cuantiosos de ingresos

DOMINGO FONTIVEROS | EL UNIVERSAL

Para ser un país con tanta prosapia petrolera, nuestra cultura en la materia es bastante superficial. De su historia, conocen pocos. De sus palancas y mecanismos de operación internos bastante menos. Ni qué decir de sus aspectos internacionales, sea lo comercial, geopolítico o financiero. Se vive del petróleo, pero no se cultiva su conocimiento.

Es el negocio de todos del que nadie sabe gran cosa.

Sin embargo, en épocas de bonanza o crisis, el bombardeo de noticias es incesante, como viene ocurriendo en estos meses de estrepitosa caída. Entonces, el petróleo se convierte en tema obligado y, en esta ocasión, con el "background" de la crisis preexistente en las finanzas públicas, hasta el más común entiende que la nueva coyuntura de precios agrava el cuadro de problemas. Aunque el gobierno en su discurso frente a la galería minimice el tema, declare su invulnerabilidad financiera y hasta reparta responsabilidades entre adversarios políticos internos y externos, ridiculizando de pasada a algunos de ellos, puede detectarse entre la gente un presentimiento de muy serias dificultades para su desenvolvimiento en los meses por venir.

Si las autoridades rechazaron el plan Ramírez de ajuste macroeconómico hace poco tiempo, las nuevas realidades demandan en el presente ajustes todavía más estrictos, tanto por el atraso ya incurrido como por los últimos eventos petroleros. El gobierno se jugó la carta OPEP hace pocos días, sin resultados. Infelizmente, su influencia en la OPEP sería hoy más alta si se hubiese cumplido la expansión en capacidad de producción planeada durante la década de 1990; un planteamiento suyo que exija de otros reducir producción para beneficio común vía precios tiene escasa fuerza en las condiciones y limitaciones actuales de la industria, y cuando los más poderosos en ese foro tienen intereses en otras áreas y no sólo a corto plazo.

En todo caso, no puede saberse con certeza si la evolución del precio se trata de una vibración transitoria o de un cambio a largo plazo en la ecuación petrolera mundial. Por el momento, China, India, Europa, Japón y EEUU son los principales beneficiarios, junto con la mayoría de los países en desarrollo, y el hecho contribuirá a mejorar sus perspectivas de crecimiento. Rusia y Brasil figuran entre los perjudicados, especialmente el primero, que está en medio de una crisis económica preexistente, ya que ambos son exportadores netos.

Los miembros de OPEP enfrentan todos descensos cuantiosos de ingresos, compartiendo debilidades de otros petro-Estados en asuntos de gobernabilidad, aunque los más ricos de OPEP obtienen compensaciones desde otros campos. Venezuela, en particular, enfrenta la situación en condiciones de sensible vulnerabilidad fiscal, además del déficit en pagos externos, y la tentación de monetizar el déficit puede hacerse irresistible con severas repercusiones en materia inflacionaria.

La sabiduría convencional puede asumir que el precio se recuperará por inercia más adelante y que la borrasca terminará por calmarse. Es lo que más convendría al gobierno y sobre todo a la población que sufriría más en una temporada larga de vacas flacas. Pero incluso la reciente evidencia histórica enseña que es imprudente suponer que los tiempos de carestía petrolera perduran, al igual que lo es suponer que las bajas son "insostenibles" y duran poco. Los mercados especulativos tienen sobre estos particulares muchos aprendizajes y no son pocos los países, por otro lado, que han aprendido que recurrir al automatismo de políticas anti-cíclicas cuando cae el precio de sus exportaciones puede terminar conduciendo a la hiperinflación.

En economía como en política el "timing" con frecuencia es crucial.

Fallas en el tempo pueden ser irreversibles. Quizá el gobierno tenga asesores geniales en materia de "timing" (no en asuntos programáticos). Pero si ni siquiera es así, dada la inminencia de acontecimientos también en lo electoral para 2015, lo más aconsejable sería comenzar a actuar desde ya, y hacerse de una brújula convincente y bien diseñada que apunte en sentido opuesto al barranco, con asesores mejor actualizados.

dffontiveros@gmail.com

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