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domingo, 26 de abril de 2015

El mundo según los banqueros. Por Moisés Naím


Moisés Naím / @moisesnaim / El Nacional

“Esta reunión marca el fin de la crisis económica europea”, me dijo Ángel Ubide un respetado economista que sigue de cerca la evolución de la economía mundial. La reunión a la cual se refería es la que ocurre todos los años en Washington. Los ministros de economía y banqueros de todo el mundo convergen en las reuniones del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Estas reuniones ofrecen un buen barómetro de cómo la gente del dinero está viendo la situación económica del planeta. En esta reunión hubo varias sorpresa. La primera es la recuperación europea. El consenso es que la economía de la Eurozona va a crecer 2% este año gracias a un euro más barato que ha estimulado las exportaciones, la masiva inyección de liquidez monetaria que ha hecho el Banco Central Europeo y los más bajos precios del petróleo. Pero lo más importante es que ha desaparecido de la mente de inversores, banqueros y empresarios la sensación de que el colapso económico de la Eurozona era posible. Así, según un estudio de la consultora A. T. Kearney, de los 25 destinos preferidos por las empresas para sus inversiones en todo el mundo, 15 están en Europa.

Está optimista perspectiva contrasta con dos realidades. La primera es que para muchos europeos esta recuperación es invisible, intangible e irrelevante. El alto nivel de desempleo (la media Europea es 11%) y los dolorosos recortes presupuestarios hacen que para muchos sea difícil creer que la recuperación económica está en marcha. La segunda realidad es Grecia. Va a ir mal. Y si bien su crisis va a ser traumática y también afectará mucho a Europa, la expectativa dominante dejo de ser que el hundimiento de Grecia y su posible salida del euro llevará al fracaso del proyecto europeo.

Europa no es la única zona con buenas noticias. Estados Unidos crece a 3%, India al 7,5% y este año Japón pondrá fin a décadas de estancamiento. Y, África subsahariana, a pesar de estar plagada de crisis humanitarias, conflictos armados e inestabilidad política tendrá en 2015 un desempeño económico superior al promedio mundial.

En cambio, la economía China tuvo en 2014 su menor crecimiento en 24 años. El trimestre pasado fue el peor en 6 años. El gigante asiático está en una compleja transición de un modelo de crecimiento basado en las exportaciones, el crédito fácil y la abundancia financiera y fiscal a otro que apuesta más a la inversión y a su mercado interno. Pero China no es el único de los mercados emergentes que causa preocupación. Rusia, tendrá un muy mal año. La caída de los precios del petróleo, las sanciones internacionales por sus agresiones bélicas y la masiva fuga de capitales causada por la profunda desconfianza en Vladimir Putin y su equipo, han postrado su economía. El otro gran país emergente que ha pasado de ser una esperanza a ser visto como un mal ejemplo es Brasil. El legado del presidente Lula da Silva (mucho crédito, mucho consumo, muchas dádivas y poca inversión) combinado con las desastrosas políticas económicas de Dilma Rousseff en su primer periodo han llegado a su inevitable desenlace: un doloroso ajuste económico que pagarán desproporcionadamente los más pobres. En general, América Latina se verá afectada por la caída de los precios de las materias primas que exporta, aunque los países ya debilitados por las malas políticas (Venezuela, Argentina, Brasil) sufrirán más que el resto.

Una de las sorpresas es la importancia macroeconómica –y global– que ha adquirido la corrupción. Obviamente, la corrupción no es nada nuevo. Pero lo nuevo son sus magnitudes, su mayor visibilidad y sus consecuencias globales- de China a Chile.

En China, la lucha contra la corrupción es –junto con la desaceleración de la economía– un tema central. El presidente Xi Jimping lidera una purga de funcionarios, políticos y empresarios acusados de corrupción. Ya hay más de 80.000 que han sido procesados y hay otros 100.000 que están siendo investigados. En Brasil, un gigantesco robo de los dineros públicos también está sacudiendo al gobierno. Aecio Neves, el rival de Dilma Rousseff en las recientes elecciones se atrevió a declarar que la presidenta ganó las elecciones gracias al crimen organizado y que el partido de Rousseff usó dinero robado para garantizar su reelección. También son notorias las oligarquías que han acumulado fastuosas fortunas gracias al constante y sospechoso apoyo que tienen de los gobernantes de Rusia, Argentina y Venezuela, por solo mencionar algunos de ejemplos. Recientemente sorprendió que hasta Chile, un país que históricamente no había sufrido los niveles de corrupción comunes en su región se ha visto afectado por escándalos que han llegado a afectar a líderes políticos de la oposición y a la propia presidenta Michelle Bachelet. Así es. La corrupción no es nada nuevo. Pero cuando llega a afectar el desempeño macroeconómico de un país quiere decir que ha alcanzado magnitudes que sorprenden hasta a los banqueros.


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