FRANCISCO OLIVARES | EL UNIVERSAL
Cada cierto tiempo el señor Maduro desde su programa comunicacional lanza un nuevo término que sugiere fuertes medidas, golpes de timón, o acciones contundentes que enderezarán o corregirán los errores que nos han llevado a tener la más alta inflación registrada como ningún país del planeta, incluyendo aquellos que sufren de conflictos bélicos.
Van más de dos años de lucha, con militares al frente y "Estado Mayor Económico" incluido, en la llamada "Guerra económica". A ella se le sumaron otras variantes como "vamos a torcerle el brazo al dólar paralelo". Esas intensas campañas fueron reforzadas con consecutivas leyes habilitantes como aquella que se promovía "para enfrentar la corrupción".
Dos años después de que se lanzara aquel instrumento legal como un mecanismo que habría de restituir "la ética y la moral de la República", al hombre al que Maduro colocó al frente de la lucha contra la especulación, el acaparamiento, y el contrabando, que según su opinión, estaba dirigido por sectores oligárquicos y empresariales, es ahora acusado de "peculado doloso".
Dos años van de anuncios de distintas campañas con sonoras nomenclaturas, que en lugar de resolver, van dejando estragos a su paso sin que la situación del país manifieste mejoría, muestre algún síntoma que sugiera recuperación o muestre que los índices trágicos de retroceso comiencen a revertirse.
Como eso nunca ocurre, pareciera que la mejor medicina que encuentran los expertos de la sala situacional es acudir a una nueva campaña. "Señor Presidente el revolcón económico", parecen sugerir.
Así pues cuando ya el dólar paralelo se pierde de vista, las divisas con cupo viajero y todo han desaparecido para los venezolanos y el salario promedio está por debajo de 30 dólares mensuales, el "revolcón económico" se convierte en promesa.
Nadie sabe qué es eso de revolcón y aunque el término no existe en los textos de "ciencias económicas" suena bien y sirve para agregar algo de esperanza en esa gran masa de sueldo mínimo y de largas colas en busca de los alimentos desaparecidos.
El revolcón también suena a amenaza con cárcel contra los pocos empresarios y productores que de manera heroica siguen en el país.
En esta nueva batalla, que no se hace con economistas y expertos en producción, sino con uniformados que se prepararon para la guerra, se anuncian ventarrones que más que esperanza generan desasosiego y animan en los jóvenes venezolanos con formación académica y técnica, la idea de emigrar.
De 12 mil empresas que Conindustria tenía registradas en Venezuela en el año 2007 hoy quedan menos de 7 mil. Pero estas que quedan están produciendo al 50% de su capacidad instalada debido a las restricciones y controles provocados por las políticas del Gobierno. Las empresas estatizadas están en peores condiciones con índices muy por debajo de 40% de su capacidad y pérdidas que pagan todos los venezolanos.
Desde el PSUV y el alto Gobierno no se observa ningún síntoma de reflexión por los propios errores. Lo que se anuncia es más persecución, cárcel, más controles y restricciones a la economía. La guerra interna pareciera por posiciones de poder y no por soluciones para el país, mientras la dirigencia confía en que la gente acepte sumisa los disparates del poder.
@folivares10
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