Por Víctor Salmerón | Prodavinci
1. ¿Cómo se infla una burbuja? En medio de la acelerada inflación, que multiplica los precios y deja muy atrás al salario, los venezolanos recurren en mayor medida a las tarjetas de crédito para cubrir el hueco en el presupuesto familiar. Por eso la pregunta: ¿existe el peligro de que crezca una burbuja de préstamos que a la banca le sea difícil recuperar?
Las estadísticas señalan que el monto del financiamiento con tarjetas aumenta a paso firme en las torres financieras. En 2014, después de descontar el efecto de la inflación, los préstamos a través del plástico crecieron 45%, de acuerdo con cálculos de Datanálisis. Las cifras de la Superintendencia de Bancos también desnudan la expansión: en diciembre de 2013 las tarjetas de crédito representaban 13,2% del total de préstamos y al cierre de marzo de este año equivalen a 17,9% del portafolio, prácticamente el doble del peso que tiene el financiamiento al sector industrial.
2. ¿Por qué se endeuda el venezolano? En buena parte, el incremento de la deuda que tienen los venezolanos por el uso de las tarjetas es comprensible. Las regulaciones indican que los bancos no pueden cobrar una tasa de interés superior a 29% mientras que la inflación se ubica sobre 60%. Es decir: el deudor la paga al banco con un dinero que vale menos que cuando recibió el préstamo.
En este contexto, tiene sentido que una porción de la población utilice las tarjetas de crédito para financiar la compra de bienes cuyo precio aumenta meteóricamente, incluyendo inventarios de alimentos y medicinas para defenderse del desabastecimiento. No obstante, hay una tendencia preocupante. Luis Vicente León, director de Datanálisis, indica que:
“La tarjeta de crédito es el sostén principal del consumo en Venezuela. Esto tiene un riesgo: que es una burbuja. Si tú estás financiando la comida con tarjeta de crédito, si estás cubriendo el hueco en el presupuesto de tu casa con la tarjeta, estás cavando tu hoyo porque no vas a poder cancelar. Estás viviendo artificialmente”.
Cifras de la Superintendencia de Bancos indican que, al contrastar el segundo semestre de 2014 con el mismo lapso de 2013, el número de consumos cancelados con tarjetas de crédito en supermercados y abastos crece 41,6%, en clínicas y farmacias 43%, mientras que la cantidad de operaciones por avances de efectivo se dispara 252%.
3. Sin riesgo de solvencia. Luis Vicente León también precisa que el uso de la tarjeta de crédito para cubrir a fin de mes el desbalance entre ingresos y gastos se observa principalmente en el estrato socioeconómico D, que representa 36% de la población. Por otra parte, El analista financiero Francisco Faraco explica que:
“El crédito al consumo, aunque ha aumentado, representa alrededor de 12% del activo del sistema bancario. Esto quiere decir que no es capaz de crear una crisis de solvencia, pero podría generar problemas en la población si los bancos deciden cobrar compulsivamente las obligaciones vencidas. Si esto ocurre, lo previsible es que el Gobierno aumente los controles sobre la banca”.
Aademás, Faraco añade que un grupo entidades financieras triplicó los límites de crédito a sus clientes con tarjetas “y evidentemente el ingreso no ha aumentado en esa proporción”. María Inés Fernández, economista y profesora de la Universidad Católica Andrés Bello, explica que:
“Hace dos años realicé un estudio que determinó que un tercio de las personas utilizan la tarjeta de crédito como medio de pago, no se endeudan. De los dos tercios restantes, uno solo cancelaba la cuota mínima. Hoy habría que determinar cuánto ha crecido este segmento”.
Si bien Fernández considera que es necesario realizar una investigación más profunda, formula una hipótesis sobre lo que está ocurriendo:
“Es evidente que la aceleración de la inflación nos dice que ha caído la capacidad de compra del salario y, por tanto, una porción de la población debe estar cambiando el patrón de consumo. Por ejemplo: disminuye el gasto en entretenimiento y privilegia alimentos y medicinas, utilizando el crédito bancario como un ingreso adicional”.
4. ¿Por qué está pasando esto? Los especialistas apuntan a que la inflación continuará acelerándose, así que es previsible que aumente el número de familias que utilizan la tarjeta de crédito para redondear el sueldo.
En la actualidad, el gasto del Gobierno supera con creces al ingreso proveniente del petróleo y la recaudación de impuestos, de modo que el gabinete económico recurre a una ingeniería financiera poco sana. Básicamente, PDVSA emite unos pagarés y el Banco Central de Venezuela se los compra creando nuevos billetes. Y entonces, cuando PDVSA tiene los bolívares en la caja, los transfiere al Gobierno para que éste cubra distintos gastos como salarios, misiones y subsidios.
El resultado de todo esto es que, en poco tiempo, una importante cantidad de personas y empresas cuentan con más bolívares que destinan a la compra de productos. La demanda aumenta velozmente mientras que la oferta cae por los controles de precios que no permiten cubrir los costos de producción, deficiencia en los servicios públicos como la electricidad y un déficit de dólares que el Gobierno ha resuelto recortando la asignación de divisas a las empresas del sector privado.
La consecuencia es que hay más bolívares detrás de menos productos, una dinámica que impulsa los precios y, por ende, es una de las principales causas de la aceleración de la inflación que mes a mes reduce la capacidad de compra del salario.
5. ¿Qué se espera? ¿A cuánto asciende la cantidad de dinero sin respaldo que ha creado el Banco Central de Venezuela para comprarle pagarés a PDVSA? Las estadísticas oficiales registran que al cierre de marzo de este año la masa de billetes representa 925 mil 351 millones de bolívares, una cifra que se traduce en un salto de 100% con respecto a marzo de 2014.
El BCV mantiene ocultas las cifras de inflación del primer trimestre de este año, pero es evidente que los precios de alimentos, vestido, calzado, servicios médicos, se incrementan a gran velocidad.
El último informe de LatinFocus Consensus Forecast, que agrupa las proyecciones al cierre de abril de este año de las principales firmas y entidades financieras, es elocuente. Barclays Capital proyecta que este año la inflación será de 188%; Bank of America habla de 174%; HSBC de 144%; Frontier Strategy Group de 138% y Ecoanalítica 130%. Un poco menos pesimistas se ubican las proyecciones de JP Morgan, que esperan una inflación de 95%, así comom en UBS hablan de de 90%, Goldman Sachs dice que 79,4% y Credit Suisse 78,6%.
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