ALBERTO JOSÉ HURTADO B. | EL UNIVERSAL
La volatilidad del mercado petrolero internacional, la ausencia de datos macroeconómicos que permitan tener una idea de la evolución de la economía venezolana, la caída de las reservas internacionales, el elevado costo del endeudamiento del sector público nacional en el mercado financiero internacional, la reciente ingeniería financiera realizada por el Banco Central de Venezuela (que incluye operación swap de oro y retiro de Derechos Especiales de Giro), y la inacción del gobierno en relación a la toma de decisiones de política económica que corrijan los actuales desequilibrios de la economía nacional, explican el panorama incierto que se cierne sobre el país y permiten aseverar que estamos a puerta de la profundización de la crisis actual, lo que incluye elevada probabilidad de hiperinflación y crisis cambiaria.
En particular, las crisis cambiarias corresponden al proceso de devaluación y pérdida de reservas internacionales del BCV ocasionado por el exceso de demanda de moneda extranjera por parte de agentes nacionales y extranjeros que desarrollan actividades económicas en el país. Bajo un régimen de tipo de cambio fijo: a) la autoridad monetaria es la encargada de sostener la credibilidad del régimen y defender el tipo de cambio; b) la oferta de divisas está determinada por las exportaciones, reservas internacionales acumuladas e inversiones extranjeras en la economía nacional, y c) la demanda de moneda extranjera viene establecida por las importaciones, el envío de utilidades y dividendos al extranjero, y la demanda de divisas por residentes. Así, un exceso de dinero en la economía inicia el proceso inflacionario que deteriora el poder adquisitivo de los habitantes de un país, y hace que prefieran moneda extranjera como instrumento de cobertura, con lo cual comienza la sustitución de la moneda nacional.
La economía venezolana con déficit fiscales recurrentes y monetizados con dinero recién emitido por el BCV; falta de consistencia a largo plazo entre la política monetaria, fiscal y cambiaria; crecimiento excesivo del crédito interno; demanda de divisas que sobrepasa la capacidad de las autoridades para defender el tipo de cambio; desequilibrios presupuestarios que obligan al ente emisor a recomprar dinero emitido para atender la inestabilidad de precios; y profundo deterioro macroeconómico, tiene todas las condiciones para una nueva crisis cambiaria de grandes proporciones (recordar lo sucedido en 1959, 1982, 1986, 1988, y 1993).
Por ello es necesario que el gobierno nacional entienda que un régimen cambiario logra ser sostenible sólo si el objetivo de tipo de cambio no entra en conflicto con otros objetivos fiscales o monetarios de política económica, y además, no es obligatorio que las reservas internacionales lleguen a cero para que una crisis cambiaria ocurra.
@ajhurtadob
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