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sábado, 13 de junio de 2015

De crisis a colapso. Por Miguel Sanmartín


MIGUEL SANMARTÍN | EL UNIVERSAL

El pujante deterioro -estructural, económico, social, político e institucional- se propaga a pasos agigantados, camarita. Ya nadie lo duda. Ni siquiera el oficialismo refuta ese hecho. Esa verdad incontrovertible. Como mucho la vocería roja "inventa" culpables para achacarles la responsabilidad de lo que para legos y entendidos, dentro y fuera de las fronteras patrias, provocará el colapso del país.

Abundan señales e informes del empeoramiento de la situación económica y social, del deterioro de las libertades ciudadanas y de la violación de los derechos humanos. En este sentido también se multiplican las manifestaciones de malestar de la población que lo manifiesta de distintas maneras. Los incidentes que ya dejan varios fallecidos en las colas de compradores desesperados frente a cadenas de supermercados y redes de farmacias y las recientes protestas de transportistas en Nueva Esparta, Táchira y Mérida son evidencia del desespero del soberano. Otro indicio de ese descontento es la caída sostenida de la popularidad del presidente que se evidencia en todos los sondeos de opinión pública.

La demostración más reciente y contundente del fracaso del Socialismo del Siglo XXI está reflejada en los informes que presentaron varias Organizaciones no gubernamentales ante el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Organización para las Naciones Unidas en Ginebra. Con base en estadísticas oficiales (BCV incluido) las ONG expusieron la declinación de los principales programas sociales del Gobierno tales como la Misión Vivienda, Misión Mercal, Misión Barrio Adentro y Misión Alimentación, entre otros. La delegación oficial que viajó a Suiza no pudo rebatir las cifras ni convencer a los expertos de la ONU de que el empeoramiento de la crisis social en Venezuela se debe a una hipotética guerra económica impulsada por el Imperio y mucho menos atribuirla a los intentos desestabilizadores de la oposición "golpista". Otro informe dado a conocer esta semana, de Provea, apoyado en estadísticas de la Comisión Económica para América Latina, mostró los mismos malos resultados de la gestión del gobierno revolucionario durante estos dos últimos años.

Por su parte y presionado por las circunstancias, el Gobierno también envía señales. Cada vez más erráticas y desesperadas con lo cual sus acciones no son percibidas como destinadas a atacar y vencer las causas del caos sino a paliar sus consecuencias. Pero la crisis, tan terca como nuestros revolucionarios de mentirilla (¡cómo disfrutan éstos los privilegios y la buena vida!) provocada por el anacrónico modelo castrocomunista que se empeñan en mantener, persiste y empeora en el tiempo.

Los hechos han demostrado la imposibilidad de mantener indefinidamente el "modelito" rentista cubano sin generar masa (recursos y bienes) para mantener a todo un ejército de subvencionados. Los préstamos externos se consumieron y ahora toca pagarlos. Es lo que está ocurriendo. Con la caída de los precios petroleros no hay cómo seguir importando lo que deberíamos producir en el país ni tampoco cómo cancelar deudas a proveedores foráneos tanto del sector público como del privado.

Las limitaciones económicas del Gobierno son evidentes. Las reservas internacionales están en su nivel histórico más bajo. Insiste pero cada vez se le hace más difícil obtener nuevos préstamos. Con lo cual aumenta la escasez, la inflación y se dispara el precio del dólar libre. Los dos retiros por un total de 1.800 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional retratan la cruda realidad. Porque no hay rectificación vamos, inevitablemente, camino al colapso. Así lo reconoció recientemente el exvicepresidente de Planificación, Jorge Giordani, quien estima que esto es una bomba de tiempo.

msanmartin@eluniversal.com


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