ROBERTO GIUSTI | EL UNIVERSAL
No hay nada más políticamente incorrecto que atizar la ahora denominada "guerra de los retratos" para insistir en el tema cuando, como bien lo advierte el Chuo Torrealba y asienta un nutrido grupo de venezolanos de oposición, la Asamblea Nacional no debe caer en la trampa de un debate inútil y concentrar todos sus esfuerzos en la superación de una crisis que demanda soluciones de urgencia ya. Tarea que adquiere ribetes de epopeya si consideramos que el gobierno, lejos de comprender la necesidad de un cambio de modelo económico, persiste en repetir la misma receta fracasada, luego de 17 años de intentos fallidos, aunque ahora con otros actores al frente de su aplicación.
Ignoramos si esa terquedad ya patológica obedece a una retorcida maniobra urdida para acelerar el proceso de radicalización, algo que nos puede colocar al borde de una verdadera catástrofe porque el tiempo apremia o si, por el contrario, estamos ante un gobierno que no termina de asimilar la realidad política surgida a partir del 6D y sigue manejándose como si tuviera el apoyo de la mayoría. Mayoría que sí comprendió, aun cuando a un precio muy alto en privaciones y disminución galopante de su nivel de vida, la necesidad de un cambio radical en la conducción del país. Así planteadas las cosas uno pensaría que la solución pacífica es la única salida aceptable si no queremos caer en lo impensable y eso implica agotar los esfuerzos de un diálogo, por imposible que parezca, porque de no pactarse un acuerdo de convivencia entre poderes la Asamblea Nacional, en cumplimiento del mandato popular, tendrá que intentar, por la vía constitucional, un cambio de gobierno antes que un cambio de modelo.
Ahora bien, en descargo de Henry Ramos debemos acotar que, más allá de las consideraciones jurídicas y políticas expuestas por él para ordenar la mudanza de los retratos, se imponía la necesidad de comenzar la tarea de desmontar el mito de Chávez y su presunta dimensión histórica y heroica de hombre de Estado a quien asistía un espíritu indoblegable a la hora de reivindicar a los oprimidos. La verdad es que a causa de su ambición desmedida de poder y la aplicación de un modelo empobrecedor, llegamos a esta situación de crisis terminal en que nos deja el denominado socialismo del siglo XXI.
Entiendo que tal apreciación y el consiguiente desenmascaramiento del personaje puede caer mal dentro de un segmento de la población que reclama un cambio y al mismo tiempo sigue siendo chavista, pero una realidad como esa, construida sobre la base del culto a la personalidad y un aparato propagandístico que costó miles de millones de dólares, no puede ignorarse por un interés meramente político-electoral. Ahora bien, ante un eventual conflicto de poderes ciertamente debería importarnos poco la suerte corrida por un retrato de Chávez ubicado en la frontera que separa a lo naif de lo kitsch y otro de Bolívar ajustado a lo deseos estéticos, de emulación narcisistas por alguien que quiso montarse en el caballo blanco de su "padre eterno" y no pudo porque llegó con 200 años de retraso.
@rgiustia
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