Carlos Blanco / El Nacional
Chávez cambio el rumbo de las fuerzas armadas al convertirlas en un partido político, el más fuerte y decisivo del país. Las tesis sobre la tríada caudillo-ejército-pueblo hilvanadas por el viejo antisemita e ideólogo de Chávez, Norberto Ceresole, germinaron para darle estructura a la montonera que era la llamada revolución bolivariana. El eje del proceso no fue ni el MVR, ni el Polo Patriótico ni tampoco el PSUV, sólo el Partido Militar.
Maduro está sentado en las bayonetas. Quebrantó la admonición de Talleyrand sobre el verdadero papel de las armas: sirven para la política, pero no son la política. El heredero ha terminado sostenido por las brigadas antimotines de la Guardia Nacional y de la Policía Nacional. No hay cristiano que se conozca que espontáneamente le brinde apoyo.
El Partido Militar ha ejercido el poder. Sus miembros han ocupado espacios en el Estado más allá de su ámbito profesional; el lenguaje, la narrativa, los personajes y los métodos militares han desfigurado la civilidad nacional. Hasta en opositores chorrea la narrativa castrense.
Pero el jefe del Partido Militar murió y sigue muerto. Hasta su nombre se esfuma y ha quedado como palabra-código para evocar vagamente una historia. El Partido Militar quedó sin conducción y los factores profesionales que en su seno estaban a la defensiva, han retomado la presión silenciosa y efectiva con el rumor, el gesto y la convicción institucional. Consideran a Maduro no un comandante en jefe, sino un deslucido necio.
El Partido Militar es una realidad. Su transformación en una institución para la democracia será un proceso complejo. Eso que se oye en boca de algunos opositores, al decir que los militares sólo tienen que ir a los cuarteles y callarse la boca, ¡chito!, mientras obedecen órdenes de los civiles, es irreal y carece de sentido histórico.
Ahora vendrá una tarea de definir nuevas misiones para la Fuerza Armada, con los militares involucrados. Aunque unos cuantos ladrones uniformados se aprovecharon de sus cargos para robar, también hay oficiales que adquirieron conocimientos y experiencia en la administración pública que el país deberá estudiar cómo aprovecha.
Los militares salieron un mal día de los cuarteles a dar un golpe. Ese mismo día los militares leales a la Constitución los derrotaron. Luego los derrotados vencieron. De ese conflicto emergió el Partido Militar, que es la materia prima inevitable con la que se reconstruirá la FAN. Lo hará la dirección civil con el concurso de los militares institucionalistas.
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