Por Luis Vicente León | Prodavinci
El secreto de hacer un buen análisis de entorno es intentar separar los ruidos de las señales. En una sociedad extremadamente polarizada como la nuestra, los ruidos son muchos más y por supuesto más sonoros, lo que suele llevarnos a confundir la realidad.
El caso del diálogo es perfecto para graficar esas diferencias. Si nos remitimos a los comentarios realizados por los analistas, políticos y espontáneos en las redes sociales y en los medios convencionales podríamos concluir que el diálogo es un error. Que la MUD es culpable del fracaso. Que los negociadores son una traidores a la patria y que ya nadie los quiere. Que la gente no desea que sus representantes se sienten a negociar nada con el Gobierno y que la única vía de solución a este merequetén que tenemos en Venezuela es una marcha épica hacia Miraflores para hacer la diligencia y resolver el tema sin mayores complicaciones, algo que según el imaginario popular estaba listo, cuadrado y organizado y se perdió el impulso porque unos gafos se sentaron para que se los vacilaran. Conclusión: la mayoría de la población rechaza el diálogo, los negociadores quedaron calcinados y ahora lo que gente quiere es guerra. Esto es el ruido.
Veamos ahora las señales, más allá del hecho concreto de que los proponentes de una marcha épica deberían explicar con qué armas, organización, plata y contactos militares cuentan para concretar su objetivo. Tomemos en consideración la información proveniente de la encuesta nacional flash de Datanálisis realizada entre 9 y el 12 de diciembre.
Para comenzar, 37,1% de los venezolanos considera que el Gobierno es el responsable de que no se llegara a nada relevante en la Mesa de Diálogo, mientras 18,8% responsabiliza a los negociadores y 16,5% a la MUD.
Lejos de lo que suponen muchos formadores de opinión, 57% de la gente consultada considera que la MUD debe seguir en la mesa hasta que se puedan lograr los acuerdos y piensa que el diálogo beneficia a todos los venezolanos, pese a que por ahora no haya resultados concretos. De hecho, 44,4%está en desacuerdo con que la MUD se haya retirado de la mesa, mientras 41% cree que esa es la decisión adecuada. Por cierto, no se trata de que la mayoría considere que esa es la única acción para lograr sus objetivos. Todo lo contrario. La mayoría evalúa como un error el hecho de que haya cedido sus espacios de lucha pacífica y democrática, necesaria para garantizar su poder de negociación y llegar a algo concreto. La crítica entonces no es al diálogo, sino a la decisión de desmovilizarse para negociar. Pero no se trata de una marcha, sino de un país completo que desde todos los espacios exige lo que le pertenece.
El otro mito alrededor del diálogo es que los negociadores están demolidos a nivel de su respaldo popular. Por supuesto que la gente siente que los resultados del diálogo han sido nulos por ahora y 44% de la población piensa que ese proceso le permitió al Gobierno comprar tiempo y desinflar, pero de nuevo esa no es una consecuencia del diálogo, sino de las decisiones adoptadas por el sector político, que por cierto la gente diferencia perfectamente de los negociadores opositores. De hecho, si consideramos la evaluación de gestión de los principales líderes opositores involucrados directa o indirectamente en el diálogo (excluyendo los nacionales que lo rechazan), aunque puedan haber registrado impactos negativos en noviembre, el mes de diciembre no parece malo para ellos. Henry Ramos y Henry Falcón mantienen 58% de evaluación positiva, mientras que Carlos Ocariz obtiene 62,2%. Estos actores políticos podrían hacer suya aquella famosa frase de que “los muertos que vos matasteis… gozan de buena salud”. Así es usualmente como se confunden los ruidos con las señales.
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