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martes, 11 de junio de 2013

¿Tenemos patria?. Por Ricardo Combellas

RICARDO COMBELLAS | EL UNIVERSAL

Todo régimen usa eslóganes para promocionar sus logros. En los regímenes autoritarios, como el que actualmente nos rige, se convierten en un recurso existencial. Medítese en el número de ellos que ha utilizado el chavismo en estos catorce años y saque sus consecuencias. La razón es sencilla: para la democracia el eslogan no pasa de ser un recurso simbólico que fortalece ideas y creencias; para el autoritarismo el eslogan estrangula e intenta sustituir, encubriéndola, la realidad. En suma, no se puede vivir sin el, se exprime hasta más no poder, se convierte en el mundo de las fantasías.

Dos eslóganes del régimen chavista han suscitado de manera particular mi atención: aquel, cínico y fantasioso que rezaba "Venezuela ahora es de todos", burda copia por cierto del original brasileño, diseñado por los asesores de Lula, y el otro, más reciente y objeto de estos comentarios, "Tenemos patria", popularizado por Maduro y sus secuaces. Del primero sólo cabe decir, de entrada, que su mentís más cruel lo constituye la tenebrosa "lista Tascón" y sus variantes con el transcurso de estos años, gracias a la dura sanción discriminatoria que se impuso a un ingente grupo de ciudadanos, por el simple pecado de ejercer los derechos políticos que consagra nuestra Constitución.

Antes de debatir sobre si "tenemos patria", caben unos breves comentarios sobre el concepto de patria. Para los antiguos, griegos y romanos, origen de nuestra civilización occidental, la patria era la tierra de los padres, el terruño, el suelo sagrado donde nacimos, de donde vienen nuestros antepasados, sede del culto y de las más profundas creencias arraigadas en el alma. Así nos lo indica Fustel de Coulanges al comentar el patriotismo de los antiguos: "sentimiento enérgico, que era para ellos la virtud suprema, a las que todas las virtudes se subordinaban. Cuanto para el hombre era más caro se confundía con la patria. En ella encontraba su bien, su seguridad, su derecho, su fe, su dios. Al perderla, lo perdía todo".

La idea de patria no desapareció con la muerte de las antiguas formas políticas, sea la polis, la civitas, el imperio o el reino, para revivir con toda su fuerza a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, unida a la poderosa idea de nación. En efecto, la gran Revolución francesa entronizó nuevamente a la patria, el patriotismo y el amor a la patria, como poderosos resortes de motivación tanto del arraigo como de la acción política. El gran sociólogo francés Edgar Morin ha esclarecido como pocos el poderoso efecto mítico de la unión femenino-masculino de la idea de patria en el Estado-nación moderno, dado que ella contiene en su femenino el masculino de la paternidad, siendo que "la relación matripatriótica con el Estado-nación suscita, frente al enemigo, el sentimiento de fraternidad mítica de los "hijos de la patria".

En algunos momentos de nuestra historia hemos tenido más patria que en otras. Por supuesto así ha sido en nuestros orígenes, con la gesta libertadora y el súmmum patriótico encarnado en la figura mítica de Bolívar, pero también en otros momentos estelares, como se me antoja son los casos de la República civil a partir de 1830, el ideal federal del constituyente de 1863, la "revolución de octubre" de 1945 y los inicios (yo diría los tres primeros lustros) de la experiencia democrática inaugurada en 1958.

Aunque la "revolución bolivariana" aparentó repuntar como un momento estelar de la patria, expresado en la idealidad republicana y democrática de la Constitución de 1999, muy pronto manifestó su verdadera cara, infestada de las feas verrugas del militarismo y la corrupción, una "patria" signada por el odio, que marginó al "otro", un número creciente y hoy mayoritario de venezolanos, abandonados y desplazados de su legítimo derecho de participar y decidir, sin discriminación y en la comunión de todos, en libre deliberación y con abierta pluralidad, el destino de la patria.

No señor Maduro, pese a que nos lo quieran imponer con el manejo pervertido de la manipulación informativa, la triste realidad es que no tenemos patria, más bien, es doloroso decirlo, con ustedes estamos perdiendo, aunque estoy seguro no lo lograrán, lo poco que nos queda de la amada patria.

ricardojcombellas@gmail.com




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