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viernes, 3 de octubre de 2014

Robert Serra. Por Luis Vicente León


Luis Vicente León / Prodavinci

En este momento, no tengo idea de cuál fue el motivo, ni quién o quiénes cometieron el asesinato de Robert Serra. Supongo que a estas alturas tampoco lo saben las instituciones que acaban de comenzar las investigaciones.

Entiendo que la persona asesinada tiene condiciones particulares. Es un político, diputado y dirigente joven y relevante del partido de gobierno y es natural que eso levante el debate político alrededor de un acontecimiento tan lamentable. Podemos considerar natural que mientras exista el vacío de información típico de los inicios de una investigación criminal, diferentes partes de la sociedad lancen hipótesis para intentar explicar ese vacío, pero una cosa es plantear escenarios y otra culpar a mansalva, involucrar personas sin pruebas o, al revés, desestimar la gravedad de un hecho monstruoso como este o crear teorías absurdas que intentan justificar la muerte de una persona por sus opiniones.

Un asesinato es un hecho abominable, rastrero e imperdonable. Entrar a la casa de Robert Serra y matarlo a mansalva junto a su compañera no tiene ninguna justificación, y no necesito conocer el motivo (que obviamente desconozco) para afirmarlo.

Es irrelevante para mí cuáles hayan sido las posiciones ni las preferencias políticas del diputado asesinado. La lucha en democracia es garantizar que todos, empezando por quienes piensan distinto a nosotros, tengan derecho a expresarse libremente y no importa lo que piensen o digan, eso no justifica, ¡por Dios!, su asesinato y tampoco abre un plácet para el irrespeto de algunas personas en el momento terrible que viven sus familiares y amigos. Esto representa un duelo para un país que debería vivir en paz y, especialmente, el dolor que causa en el movimiento político que lo cobija.

Reconozco que leer el twitter hoy me llenó de tristeza. Pero no sólo por el asesinato de dos personas, que me duelen igual que los muchos venezolanos que perdemos a diario en manos de la violencia. Sino por leer la justificación que sobre el hecho hacen algunas personas totalmente radicalizadas. Resulta que dado que el asesinado era chavista, “se supone que los opositores deberían sentirse contentos porque habrá un contrario menos”. “Que ya que él era agresivo y desafiante, cosechó lo que sembró”. “Que como fue irreverente frente a la muerte de Monica Spear, merecía morir.” “Que dado que Chávez y Maduro no se compadecieron de las muertes de los opositores, los opositores deberían hacer una fiesta cuando se muere un chavista”.

No voy a hacer un solo comentario sobre lo terrible que me resulta que en el pasado, algunos voceros oficiales hayan menospreciado la muerte de otros venezolanos, ni haré aquí un tratado de por qué pienso lamentable que las autoridades se despachen los eventos dramáticos del país acusando siempre a su adversario, sin pruebas y sin sentido. De eso he escrito mil veces y opinado hasta el cansancio y ahora no creo que es el momento de repetirlo. Pero con la autoridad que me otorga haberlo hecho público en esos momentos, hoy quiero decirles que me siento avergonzado de que en un momento como este, donde estamos llamados a construir la paz, el respeto, la caridad y el perdón, un grupo de venezolanos haya encendido en ataques contra una persona vilmente asesinada en su propia casa. Justificaciones dantescas sobre su asesinato y, lo más estremecedor para mí, justificar sus reacciones primitivas, inadecuadas e insensibles en el hecho de que los otros también lo son.

Pues a quienes así piensan quisiera decirles, que no quiero educar a mis hijos para que sean decentes dependiendo de con quien, sino para que sean decentes siempre. No quiero que tengan ética y moral, sólo con quienes creen éticos y morales, sino que así sean. Y no quiero que respeten el derecho a opinar, expresarse o disentir sólo a quienes así actúan, sino que ese sea un valor intrínseco en su vida. No puedo entonces justificar lo injustificable bajo la tesis de que los otros lo justificarían.

Quiero expresar a la familia, los amigos y los compañeros de Robert Serra mis más sentidas palabras de condolencia. Decirles que me duele su muerte como la de cada venezolano que ha perdido la vida por la violencia de cualquier tipo. Que deseo que nuestro país camine por un sendero de paz y reconciliación y que no permitamos que estas cosas terribles se repitan. Quiero llorar con la mamá de Robert Serra por su hijo, como con todas las madres venezolanas que han vivido este drama espantoso de perder un hijo sin ningún sentido. Quiero pedirles perdón por que la polarización en la que vivimos hace que muchas personas decentes se contaminen de las pasiones y justifiquen cosas que jamás enseñarían a sus hijos. Y quiero decirle que sin conocerla, ni a ella ni a su hijo, mi palabra de aliento, mi sentimiento de dolor y estima y mi disposición infinita de ayudar a que esto nunca más ocurra, está para ella.

Ver También:
  • Opinión:Quiénes y por qué mataron a Robert Serra. Por Manuel Malaver.
  • Opinión: La muerte de uno de los míos como mercadeo político. Por Manuel Angel Arrias
  • Opinión: ¿Quién asesinó a Robert Serra?. Por Gustavo Coronel
  • Opinión: La muerte de Robert Serra. Por Fausto Masó
  • Lo Último: 20 datos relevantes del caso de Robert Serra
  • 20 frases célebres del verbo encendido de Robert Serra
  • Perfil: ¿Quién era Robert Serra?

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