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martes, 16 de diciembre de 2014

Estaban equivocados. Por Ernesto Garcia Mac-Gregor


El “opio de los pueblos”, pudo más que el ateísmo. En cambio en Venezuela se ha impuesto el comunismo. Hay que ser bien bruto. Que oiga quien tiene oídos…

Por Ernesto Garcia Mac-Gregor / La Verdad

La instauración del comunismo en Rusia exigió una revolución cruenta y sangrienta con el asesinato a sangre fría de miles de personas entre ellos la familia de los zares a quienes masacraron inclementemente. La Zarina y sus cuatro hijas, Olga (22), Tatiana (21), María (19) y Anastasia (17), guardaban en sus corsés un total de ocho kilos de joyas que era su única pertenencia. Las balas rebotaban en el cuerpo prolongando así la agonía. Gimiendo en el suelo, recibieron el impacto de las bayonetas que no pudieron tampoco penetrar los delicados cuerpos protegidos por las prendas, por lo cual, en la desesperación se recurrió a dispararle a la cabeza.

Después llegó el complicado proceso de deshacerse de los cadáveres, la utilización del ácido y del fuego, la búsqueda de un lugar inaccesible para enterrarlos. Había que borrar todo vestigio y recuerdo de la realeza, así lo exigía la revolución bolchevique. Posteriormente vendría el criminal sádico de Stalin con sus famosas purgas, hambrunas y gulags que provocaron la muerte a más de 20 millones de personas incluyendo a miles de miembros del partido comunista.

El oprobio marxista invadió media Europa, atacó a Hungría y Checoslovaquia, creó una cortina de hierro que dividió a la población entre demócratas y oprimidos al tiempo que sometió a sus moradores durante casi 70 años. De repente, se comprobó que el comunismo era un fracaso y que el capitalismo era la solución. La Unión Soviética desapareció, se liberaron los pueblos sojuzgados, se derribó la muralla de la vergüenza.

A Stalin lo sacaron del Kremlin y lo tiraron para el patio de atrás. Ya nadie lo visita. Derrumbaron sus estatuas. Le quitaron el nombre de Lenin a Leningrado y le devolvieron el original de San Petersburgo en honor a Pedro el Grande, el más importante de la dinastía Romanov. Hoy en día, el Zar, su esposa y sus cinco hijos reposan en la catedral y fueron canonizados en el año 2000. El “opio de los pueblos”, pudo más que el ateísmo. Después de tantas muertes y miseria, estaban totalmente equivocados. En cambio en Venezuela se ha impuesto el comunismo. Hay que ser bien bruto. Que oiga quien tiene oídos…


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