Estamos comenzando la campaña hacia las parlamentarias y la presión volverá.
LUIS VICENTE LEÓN | EL UNIVERSAL
Mi vida está llena de preguntas. Soy un encuestador y es natural que así sea. Las recibo de mis estudiantes, clientes, amigos, periodistas, inversionistas, políticos de todo tipo, a quienes siempre respondo sin importar quién es, ni si estoy de acuerdo con él o si es chavista, opositor o independiente. También de la gente en la calle, de la que he aprendido que en realidad hacen preguntas más para responderlas ellos que para que las responda uno.
Me queda claro que tengo más preguntas que respuestas propias, pero lo que sí tengo son las de la población a los grandes temas nacionales, que obtenemos en la encuesta cara a cara en hogares más grande y recurrente del país. Suelo apelar a ella para responder las inquietudes del entorno que nos rodea. Cuando hablo de la percepción de crisis, me refiero a lo que la gente piensa, no a lo que pienso yo. La popularidad del Presidente es la evaluación de las mayorías sobre él. He de decir que muchas veces las respuestas mayoritarias de la gente son distintas a las mías. Las mayorías no votan por quien me gustaría votar a mí, ni prefieren las marcas que prefiero. No evaluamos la crisis con las mismas variables y no son iguales nuestras percepciones sobre causas y consecuencias, ni creemos que la ruta para resolverla sea la misma. Pero pulsar el ambiente nacional se trata de eso. De lo que piensan las mayorías, no lo que pensamos, queremos o tememos los investigadores. No es una tarea fácil. He visto personalmente muchos que fueron referentes nacionales del análisis país sucumbir a la presión del entorno. Al deseo de "ayudar" a quienes consideraban los "buenos" de la película. Los vi dedicar su análisis a complacer a sus mercados naturales y los vi ser aplaudidos por ellos con pasión, mientras quienes decidimos solo mostrar lo que encontramos, sin importar si nos gustaba o no, sin intervenir la realidad, ni dorar la píldora, ni hacer interpretaciones creativas para concluir lo que deseábamos o nos convenía, teníamos una recepción en dirección distinta, aunque no menos efusiva. El tiempo ha mostrado que habernos mantenido atados a la verdad, aunque ésta haya sido muy incómoda, es lo que nos ha permitido seguir a flote durante estos años difíciles y con la credibilidad de los únicos que realmente nos importan: quienes quieren entender lo que pasa y no lo que desean que pase.
Y ustedes se preguntarán: ¿y a qué viene todo esto?
Pues muy simple. Estamos comenzando la campaña hacia las parlamentarias y la presión volverá. El Gobierno estará hipersensible y radical en la campaña más difícil que le ha tocado abordar, pero a su vez la oposición es débil institucionalmente y se puede fracturar o abstener, lo que pondría a sus líderes a la defensiva si los números cambian en contra... y siempre pueden cambiar. Los análisis sesgados de los hacedores de campaña de ambas partes inundarán la escena. No hay duda de eso. Los ataques entre los bandos será feroz. Y cualquiera que este ahí, en el medio, sin responder a los intereses de las partes será otra vez un enemigo para algunos o aún peor, para todos.
Cumplimos 30 años el próximo 8 de julio en Datanálisis. Un tiempo suficiente para construir dos cosas que volveremos a usar: experiencia para investigar y caparazón para aguantar. Les garantizo que usaremos ambas intensamente en esta elección. Ojalá que la primera sea suficiente para volver a medir con certeza y analizar con criterio y asertividad el entorno que nos rodea y que la segunda sea capaz de resistir, como hasta ahora, lo que sin duda nos vendrá. Pero tengan la seguridad que la única manera de que no digamos la verdad (o al menos lo que creemos que ella sea)... es que no estemos más.
@luisvicenteleon
luisvleon@gmail.com
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