ALEJANDRO A. TAGLIAVINI | EL UNIVERSAL
Más que por la caída de los precios del petróleo, la fortaleza del dólar, la agitación en Grecia o un alza de tasas de la Reserva Federal (FED), los inversores siguen preocupados por China que está mostrando ciertos signos de inestabilidad -no con una, sino tres burbujas: inmobiliaria, financiera y bursátil- y, con semejante tamaño -la segunda economía mundial-, sus vaivenes crean olas grandes. El país conmocionó al mundo al devaluar su moneda varias veces -totalizando cerca del 5%- para intentar revertir una desaceleración económica más severa de lo esperado: hoy crece al 7% anual, lo más bajo en 25 años, mientras que las exportaciones cayeron 8.6% interanual en julio.
China también es el mayor consumidor de materias primas como el petróleo y el cobre, las cuales se han hundido en las últimas semanas. Su desaceleración está poniendo presión a la baja sobre los precios al punto que la inflación mayorista ha disminuido durante 41 meses consecutivos hasta julio. Y esta deflación podría extenderse a otros países, de hecho, ya ha provocado que los precios de las materias primas como los metales y el petróleo disminuyan. Si los signos de deflación emergieran en EEUU, la FED podría retrasar sus planes para elevar las tasas de interés.
El Banco Popular de China (PBOC) seguirá manteniendo fijo el tipo de cambio del yuan, pero permitirá que fluctúe un 2% diario en ambos sentidos (revaluación o devaluación) respecto al cierre del día anterior. En teoría, esta medida fomentará que el mercado guíe de una forma más eficiente -supuestamente más libre- la evolución de la divisa china, pero en la práctica el tipo de cambio seguirá controlado por el Gobierno, el mayor poseedor de reservas de divisas del mundo.
El PBOC ha anunciado, después de realizar tres devaluaciones, que compró otras tres toneladas de oro en julio. Según los analistas, es previsible que realice adquisiciones adicionales en los próximos meses. Las reservas oficiales de China ascienden ya a 1.677 toneladas, aunque algunos desconfían y las sitúan cerca de las 2.000 toneladas. Esta tendencia compradora del país le permite en la práctica influir en la cotización de la onza de oro en el mercado. Además, podría deshacerse de parte de este stock del metal precioso si la burbuja de crecimiento del PIB, gracias al ritmo exportador de esta economía, finalmente se pincha.
En particular con Latinoamérica, la relación comercial se multiplicó por más de 20 en una década: alcanzó en 2013 los US$ 261.000 millones frente a los 12.000 de 2002. Así, China se transformaba en el segundo socio comercial de la región detrás de EEUU. Según el Instituto de Gobernanza Económica Global de la Universidad de Boston, China otorgó US$102.000 millones en préstamos a América Latina entre 2005 y 2013.
En el caso particular de Argentina, el Gobierno tiene reservas monetarias muy bajas y, de ellas, nada menos que 8.500 millones de yuan. Así, y por cada punto que se devalúa la moneda china el gobierno argentino pierde US$ 85 millones. La situación de Venezuela es más complicada dada la caída provocada -irónicamente- por su aliado político, China, en los precios del petróleo y el oro, ya que el país caribeño obtiene cerca del 95% de sus ingresos gracias a las exportaciones de petróleo y posee el 68% de sus reservas internacionales en este metal precioso.
Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California
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