HERBERT HUDDE | EL UNIVERSAL
Desde tiempos remotos todos los países se esfuerzan afanosamente por exportar bienes y servicios, y la razón es harto sencilla: si un país no exporta, no puede importar lo que no produce, pues para ello se necesitan divisas, y al no exportar no las tiene. Por eso ha sido frecuente que los países que carecen de facilidades naturales para exportar (llamadas en economía las ventajas comparativas), y aquellos que simplemente desean aumentar sus exportaciones, recurren a la manipulación monetaria de subvaluar sus monedas, y otras argucias para poder hacerlo. Por ejemplo, los chinos han tenido subvaluada su moneda durante años, para facilitar sus exportaciones. En síntesis, todo el mundo se desmoña por exportar.
Hace unos años los venezolanos solíamos ir a Cúcuta, Maicao, etc., a comprar cosas que se conseguían más baratas allá en Colombia, y éramos súper bienvenidos por los colombianos, porque las compras que les hacemos, para ellos son exportaciones que favorecen su economía. Además de ir nosotros allá, había servicios que traían las cosas para Venezuela.
Pero resulta que ahora la tortilla se volteó: los que vienen a comprar aquí, no cosas más baratas, sino regaladas, son los colombianos, y hay gente, de ambos lados, que llevan las cosas para allá, a los cuales se les denomina bachaqueros.
Pero hete aquí que si en todas partes el que exporta le abre los brazos al que le compra, gracias a la magia de la economía chavista, ahora aquí los que exportan, que somos los venezolanos, lo que queremos es matar al que nos compra, que son los colombianos, y de golpe y porrazo le cerramos la frontera para no venderle más nada. ¡Vaya loquetera! ¿Por qué se da ese fenómeno de que un país no quiera exportar? Pues se da porque nuestra economía es la cosa más desquiciada, absurda y carente de lógica que existe en este planeta, al punto de que aquí se penaliza lo que se estimula en todo el resto del orbe.
Las distorsiones de nuestra economía no caben ni en la cabeza del que prepara lo de Ripley. En cualquier parte, incluyendo a Colombia, la gasolina cuesta varios miles de veces lo que cuesta aquí. ¿Cómo pretende el gobierno venezolano que no haya bachaqueo de la gasolina hacia Colombia y otros lugares? Lo de la gasolina raya en la locura, pero muchos otros productos también subsidiados, que aquí cuestan digamos 10, y se venden allá en 50, 80, o 100, originan exactamente el mismo bachaqueo, pues también se gana sustancialmente vendiéndolos afuera.
Si aquí se regalan muchas cosas, ¿no es de esperarse que nuestros vecinos quieran participar en la rebatiña? ¿Es eso culpa de Colombia? Dejo a mis amables lectores sacar sus conclusiones.
Yo estoy claro en que, dada la catastrófica situación actual de nuestra economía en lo relativo al abastecimiento, así como la pérdida en que incurre el país por la fuga de la gasolina y demás productos subsidiados, nuestro gobierno tome medidas para evitar ese "contrabando de extracción"; pero ello, si es que acaso disminuye un poquito y por poco tiempo tal práctica, evidentemente no va a resolver el asunto, pues no se está atacando la raíz del problema, ya que el imán que significa la ganga de los precios de los productos venezolanos subsidiados, impepinablemente seguirá atrayendo a los colombianos a comprarlos aquí per sécula seculorum.
Pero hay otra cosa que me llama la atención de este cierre: el Gobierno afirma que Colombia ha desatado un feroz ataque a nuestra moneda.
¿Qué pasó? ¿No y que era DolarToday el que atacaba a nuestra moneda y ha hecho trizas nuestra economía? Según el propio Gobierno, DolarToday se hace en Miami, no en Colombia. Varios funcionarios han echado a las casas de cambio cucuteñas la culpa, por destrozar nuestro bolívar.
Si hubiera en la zona venezolana aledaña a la frontera casas de cambio que operaran con el dólar libre, pueden estar seguros de que tendrían un cambio peso/bolívar (y por ende un cambio implícito dólar/bolívar) igual o parecido al de las casas de cambio de Cúcuta, pues para la gente sería igual hacer una operación de cambio en un lado de la frontera que en el otro.
Otra vez el Gobierno está como Fritz, que buscaba un billete de 100 debajo de un farol situado a dos cuadras de distancia de donde lo había perdido, porque allá no había luz, y bajo el farol sí. La locura cambiaria que tenemos no es culpa de Colombia, sino nuestra, por el desastroso manejo de las políticas cambiaria y monetaria. Si el BCV inunda literalmente sin parar al país con billetes sin respaldo, y tenemos varias tasas de cambio regaladas, pues la inflación y el dólar paralelo llegarán a niveles estratosféricos.
Total, que nuestro Gobierno no abandona su sabrosa y cómoda costumbre de poner la torta y después culpar a los demás por ella.
herbert_hudde@yahoo.es
