Marta Colomina / El Nacional
No solo las encuestas registran la debacle oficial que se traducirá en una gigantesca derrota electoral el 6-D; además las airadas protestas de todas las clases sociales haciendo colas cada vez más largas porque la escasez promedia 80%. Y ni siquiera por la indignación de los pobres ante una inflación desbocada que en agosto puso la canasta alimentaria en 50.625,52 bolívares (8.943,82 bolívares más cara que en julio), para cuya adquisición se requieren casi 7 salarios mínimos (6,8), y la lonchera escolar a 6.916 bolívares mensuales por niño, en vista de que el PAE (Plan de Alimentación Escolar) no funciona en la mayoría de las escuelas, así que miles de niños se quedan sin comer. La derrota de Maduro se mide, sobre todo, en el desinhibido y cada vez más intenso desencanto del debilitado chavismo que se expresa en foros tradicionalmente oficiales. Con el “desmadre” de Maduro, Aporrea ya no puede ser lo que era, y a los chavistas que no son “enchufados”, pero tienen ojos que ven y oídos que oyen, no les cuadra el Maduro al que acusan de destructor del “legado” de Chávez, de haber llevado el país a la ruina, y de viajar a cada rato al exterior, gastando millones de dólares en lujosos hoteles, con una nutrida delegación de parientes (la “primera combatiente” exhibió en el viaje a China una cartera Chanel de más de 5.000 dólares, y la canciller otra de precio similar), mientras el pueblo pasa hambre y algunos mueren porque no hay medicamentos. Por eso indigna el cinismo del vice Arreaza cuando asegura que “96% de los venezolanos comen por lo menos 3 veces al día”.
Con sugerencias y críticas que Maduro desoye, han ido separándose del régimen varios ex ministros otrora chavistas, “mareas socialistas”, y hasta el embajador en Cuba, muy de izquierda, Rodríguez Araque, ha cuestionado los desaguisados económicos de Nicolás. Esta semana dos articulistas de Aporrea, Roland Denis –teórico chavista de larga data– e Iván Martínez, escribieron artículos demoledores. En “Adiós al chavismo” Denis inicia así su relato: “Al paso por calles y campos (...) sin duda alguna se encontrará con caras malgastadas, frustradas, rabiosas, despidiéndose de una historia que al fin y al cabo es la de ellos (...) que se ha llamado chavismo (...) la historia que no se pudo. Prefiero decir un NO a seguir convalidando” lo que Denis define como “las presencias de certeros engañadores a la zaga de la riqueza pública concentrada en el BCV y Pdvsa (...)ese es el mensaje que se siente entre bastidores de miles y miles de gentes que aún hacen lo posible por darle algún sentido a alguna franela roja que le sobre en el armario (...) Curioso país (...) al mando de quienes jamás entendieron lo que es un paso a favor de la alegría colectiva, ni tampoco les interesó lo más mínimo. Cuando no hay visión de nación (...) es simplemente una guerra que se mueve entre discursivas grandiosas de heroísmos pasados y las ansias desesperadas de tomar el control de las rentas de riqueza que deja el subsuelo sortario, entonces pueden estar seguros de que la razón revolucionaria (...) rápidamente se esfuma, como ciertamente ha pasado”. Denis hace críticas severas a Diosdado Cabello y cuestiona el caudillismo de Chávez: “Si hay un legado realmente oscuro es el no haberse sacado de encima el caudillo que le obligaron a ser para convertirse en el dirigente con disposición a utilizar el mando de Estado en contra del sustrato gansteril que lo acompañó desde su fase conspirativa (...) Sigo sin entender –subraya Denis– por qué dejó intacto el sustrato gansteril (...) El chavismo no deja nada que suponga inteligencia, productividad, ciencia, organización colectiva, de lo cual podamos estar orgullosos (...) El adiós al chavismo es el adiós a un extraordinario sueño que se nos convirtió en pesadilla (...) Es inútil proponerle salidas cuando su esencia quedó totalmente ahogada en el fichaje gansteril que gobierna el gobierno, gobierna sus bases, gobierna el saqueo monumental que han generado”. Denis concluye: “Ya llegó su fin, ya llegó el adiós que millones le estamos dando”.
En su “Autocrítica ante el desmadre”, Iván Martínez abre diciendo: “La Revolución bolivariana cada día pierde efectividad y se nota, no precisamente por las encuestas opositoras, sino por la opinión del ciudadano de a pie, que lucha cada momento de su existencia por sobrevivir ante la vorágine del sistema anormal que padecemos”. De seguidas relata los desastres de cada despacho oficial: “El ministro de Tierras no explica por qué los campos están improductivos y por qué Agropatria (empresa del Estado) está totalmente quebrada (...), por qué Veniran no produce los 5.000 tractores al año que deberían estar transitando los fundos zamoranos”. Omite Martínez que los campos son hoy tierra arrasada por culpa de los “exprópiese” de Chávez, Maduro y Jaua; que Agropatria fue robada por el gobierno a los propietarios de la entonces próspera Agroisleña, que estaba surtida de todos los insumos agrícolas de los que hoy carece la arruinada Agropatria. Que los “fundos zamoranos, como las fincas productivas confiscadas, son hoy un peladero. Al ministro de Trasporte, Martínez le reclama que las “carreteras no sirven”. Reprocha al de Industrias que “las empresas del Estado están produciendo poco o nada”; al del Interior le exige calidad en las policías que “permita bajar la alta tasa delictiva que masacra a la sociedad” y cuestiona que “los privados de libertad salgan a la calle a seguir robando y masacrando”. Regaña al de Comercio por no haber sancionado a bachaqueros y buhoneros que trafican con los alimentos. Sobre la Caracas llena de basura dice: “Cónchale, entendemos que ese despacho se creó para boicotear a la Alcaldía Mayor, pero Ernesto Villegas y Jorge Rodríguez, (...) dedíquense a planificar la recolección de la basura”. Sus reclamos siguen contra Min Salud; Alimentación (“quien debería renunciar”) y otra larga lista. Concluye IM con esta posdata: “Soy chavista, bolivariano, revolucionario (...) pero no soy ciego, ni sordo, ni mudo”.
Siguiendo su cínico hábito de “consejos vendo y para mí no tengo”, Maduro pidió a la ONU “acabar con la pobreza y la miseria”. Y lo dice obviando que el chavismo dilapidó en corrupción, chatarra militar y regaladera exterior, más de 1 millón de millones de dólares de la bonanza petrolera, y hoy Venezuela está en la ruina y pasando hambre. Desenmascarado su propósito de que el cierre de la frontera persigue suspender las elecciones del 6-D, Maduro advirtió en la ONU que “el mundo debe estar atento a cualquier intento de violencia el 6-D”, mensaje entendido por la comunidad internacional y los impedidos observadores de la OEA y de la UE que, de haberla, esa violencia partirá de Maduro y del “sustrato gansteril” que lo sostiene en el poder.
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