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sábado, 17 de octubre de 2015

Y después qué. Por Miguel Sanmartín


MIGUEL SANMARTÍN | EL UNIVERSAL

En la medida que descienden los precios del petróleo, aumenta la crisis económica y se agudiza la escasez (vaya que está dura, camarita), la roja casta regente también incrementa los requisitos y controles (para dificultar y racionar cada vez más) el acceso del soberano a los productos y bienes de primera necesidad.

Desde hace unos días cuelga en las estanterías de una "cadena" de farmacias una resolución oficial mediante la cual se advierte al público que la venta de pañales y fórmulas lácteas infantiles solo se hará, "sin excepciones y en los días y cantidades autorizadas", a los padres de los infantes quienes, para tal dispensa revolucionaria deberán presentar en el mostrador de la tienda su cédula de identidad laminada, la partida de nacimiento original de su(s) hijo(s) y, por supuesto, antes de cancelar, tendrán que dejar la traza de sus pulgares en la captahuellas del comercio para fines ulteriores de acecho y control de la autocracia entronizada.

El comunicado de marras no aclara con qué requisitos las embarazadas (ni en las más "progresistas" revoluciones existen partidas de pre-nacimiento) podrán adquirir anticipadamente -como lo hacían las futuras mamás en la denostada cuarta república-los pañalitos, toallitas húmedas y otros productos para el cuidado durante las primeras semanas del chamito próximo a llegar a esta tierra arrasada. ¿Cómo, Fidel, cómo?

Dicha notificación oficial precisa también las condiciones para retirar pañales de adultos: Cada vez que un familiar necesite comprar este artículo deberá presentar ante el dependiente de la tienda, convertido por fuerza de las circunstancias en "patriota cooperante", un informe médico debidamente firmado y sellado, indicando la afección del paciente y por qué requiere usar dicho protector higiénico.

Antes de indignarse con la lectura del mandato supremo, quienes acuden a comprar estos productos ya se "calentaron" al someterse a varias horas de cola (a la intemperie) para ingresar al comercio, lo que solo le será posible dos veces por semana, según el terminal de su cédula de identidad.

La imposición de más requisitos y límites para comprar alimentos, medicinas, artículos de higiene y cuidado personal y de limpieza del hogar está aumentando en la medida que se agudiza la escasez de estos bienes indispensables. Y los impedimentos no proceden únicamente del sector oficial. Algunas normas son impuestas arbitrariamente por los mismos comercios para evitar tumultos, lo que no siempre consiguen. La escasez va a seguir aumentando porque no hay producción nacional y tampoco recursos (divisas) para seguir importando lo que consume el país. Como consecuencia de lo anterior también aumentarán los controles oficiales, el racionamiento, la represión y la inflación seguirá indetenible.

La mayor escasez de productos no llega sola. Se hace acompañar del cierre/cambio de uso de varios centros de distribución (hipermercados públicos y privados) que el gobierno decidió ¡porque sí! convertir en proveedores de las bodegas populares, inicialmente solo en la Gran Caracas. Esta reducción de expendios es otra forma de racionamiento: A menos productos, menos tiendas, menos adjudicación. ¿Qué seguirá? ¿Disminuir los días y horarios de compra y aumentar los requisitos? ¿Exigirán, por ejemplo, para comprar en supermercados, abastos, farmacias y otros expendios pruebas de ADN, tipo de sangre, carnet de algún partido miembro del Gran Polo Patriótico, constancia de parentesco con algún adalid del "proceso", interpretar una estrofa del tema "Invencible" y demostrar haber visitado, por lo menos una vez este año, el mausoleo del Líder Eterno?

El horizonte es negro. Se anticipa que la crisis económica se agudizará después de las elecciones parlamentarias. El Gobierno es consciente y está jugando rudo para ganarlas. Los sondeos de opinión no le son favorables. El disgusto de la población es enorme. Hay malestar en todos los estratos. Aun así el régimen cree poder mantener la mayoría en la AN. Para eso el ventajismo electoral. Intuye (¿?) que al soberano no le importará, mientras tenga revolución, seguir padeciendo calamidades, convivir con la inseguridad y tampoco contemplar como algunos paladines del "proceso" se siguen enriqueciendo obscenamente a costa de los recursos del Estado.

PD: Un gobierno responsable, consciente de la crisis que provocó y agobia a la ciudadanía y que piense en solucionarla y no en su beneficio particular, tomaría tres medidas: alejarse -en todo sentido-de Cuba, cambiar el modelo castrochavista y acudir a los organismos internacionales de crédito para, con financiamiento fresco y el aporte de empresarios y trabajadores nacionales, volver a ser un país en vías de desarrollo.

msanmartin@eluniversal.com


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