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miércoles, 11 de noviembre de 2015

No hay opción diferente a votar. Por Elides Rojas


ELIDES J. ROJAS L. | EL UNIVERSAL

Muy extraña esta parte previa a la campaña electoral para las parlamentarias 2015 del 6 de diciembre. El CNE dijo claramente que no permitirá que funcionarios intervengan haciendo uso del poder que implica tener miles de opciones para transmitir sus promesas y ofertas en detrimento de las posibilidades de quienes están muy lejos del presupuesto y del poder. Claro que no se cumple. No obstante, eso no es lo raro de esta campaña. Algunas rarezas son las de siempre y otras son nuevas. Veamos.

No ha empezado la campaña oficialmente. Lo que sí comenzó es lo que los venezolanos llaman "la misma broma de siempre". La palabra es otra, obviamente. Pero no somos doctores honoris causa de la bolivariana. Es así como desde hace varias temporadas se cruzan dos formas de ver las elecciones a partir de un CNE que genera desconfianza y es asociado más a la trampa que a la transparencia. Es un asunto que envuelve realidades y mitos. Se configura con trampas reales y mucha propaganda generadora de desconfianza. Y, al final, reaparece el fantasma de la falsa alternativa. Voto o no voto. Si voto me roban el voto y convalido el fraude. Si no voto dejo mi espacio libre para que el chavismo haga lo que quiera. Y si no lo hace, de todas maneras tiene un voto menos en contra. Pero esta disyuntiva es de fondo y al continuismo le funciona perfectamente. Y si no votan mejor. De ser así hay que trabajar menos para hacer trampa. Aunque hay estrategias que sí funcionan y que se repiten de elección en elección: lo primero es que las mesas no cierran nunca. Prórroga tras prórroga alargan la opción de votar. Las mesas quedan abiertas aunque no existan votantes. Luego aparecen camiones de votos chavistas y justo cuando comienzan a cerrarse realmente las mesas, a eso de las 10 u 11 de la noche, hacen su entrada triunfal los árbitros, quienes se meten solos en la sala de totalización, mientras un militar muy robusto pasea su humanidad por la baranda del balcón del CNE. Luego sale el juez principal o la jueza principal, todo depende de la época, y en marcha rápida se apodera de los micrófonos y suelta la famosa frase: tendencia irreversible. Y ganó el de siempre. No importan encuestas a boca de urna y mucho menos las actas. Tampoco habrá auditorías de actas y menos de cuadernos de votación. Así van 16 años. Y sí se amenaza con marchas de protesta hasta el CNE, puede más el temor a la muerte que le necesidad de transparencia.

Por eso siempre la oposición termina en la orilla del barranco del votar o no votar. Y cuando la abstención se abre y gana claramente lo único cierto es la derrota y además sin ninguna necesidad de trampa. ¿Para qué? Pero en el camino aparecen más elementos de provocación: el CNE abre centros de votación en edificios de la Misión Vivienda o donde se le ocurra. La clave de esto es que sean barrios chavistas y con nombre chavista. Comuna comandante Chávez es el preferido. El CNE deja que los altos funcionarios hagan propaganda pareja sin decir ni pío. Los poderes oficialistas deshabilitan al más pintado de los candidatos de oposición sin miedo al juicio falso. Persigue, enjuicia y apresa. Eso es lo de menos. Deja que se registren tarjetas de votación muy similares a las de la MUD sin la más mínima nuestra de vergüenza. Migraciones, cambios de ley. Todo un álbum de colección.

Pero, mire bien, no hay opción diferente a votar. Y más cuando el jefe de campaña de la oposición es el propio gobierno.

erojas@eluniversal.com
elidesr@gmail.com


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