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miércoles, 9 de marzo de 2016

Teoría y práctica del atajo. Por Carlos Blanco


Carlos Blanco / El Nacional

En Venezuela se suele alertar sobre la inconveniencia de los atajos. Aunque en buen castellano un atajo es una senda por donde se acorta camino, acá se tiene por vía equivocada. Tomar un atajo sería desviarse de lo irreprochable.

El gobierno acusa a la oposición de tomar “atajos” y dentro de la oposición algunos acusan a otros de cosa similar. Lo políticamente correcto es defenderse con el argumento de que a pesar de las dificultades del camino, siempre se estará en la ruta “constitucional, democrática, pacífica y electoral”.

La primera condición para que la cosa sea de buen ver es que sea constitucional. El problema es que la Constitución prevé en sus artículos 333 y 350, en la práctica, el derecho de rebelión. Aun estando en la Constitución, ¿son ornamento? ¿Indeseable atajo?, ¿sendero posible? Pareciera haber atajos plenamente constitucionales…

Por su parte, la condición democrática del camino opositor parece obvia. Sin embargo, hay temas espinosos. ¿En qué medida la lucha cuando no hay democracia es democrática? Sin duda que sus ideales lo son; pero, ¿lo son también sus métodos? ¿Y qué es un método democrático? No hablemos del régimen actual por controversial sino piénsese en otro dictador bananero, situación en la cual se plantearía conquistar la democracia dentro de una dictadura, ¿cuáles son los límites que la actitud democrática coloca a los que procuran defenestrar a los autócratas?

Sobre lo pacífico. Las luchas pacíficas no están exentas de violencia. En la Venezuela actual las fuerzas democráticas no promueven acciones armadas; sin embargo, cada vez que se movilizan fuera de los guetos que el régimen establece, las fuerzas represivas las destrozan sin misericordia. La obvia intención pacífica termina en violencia debido a la represión. Las propias guarimbas que, en principio, son cortes de las vías –de uso universal–, muchas veces concluyen en enfrentamientos por la violencia de la represión.

La cuestión electoral. En una democracia las elecciones son la fuente de legitimidad de los representantes. Con un añadido: estas deben ser libres, justas y limpias. Si no lo son, las elecciones son mero instrumento táctico para ganar fuerza; pero ni expresan ni garantizan democracia, ya que sus resultados suelen ser desvirtuados por el poder. Tal es el propósito del régimen con la Asamblea Nacional. De modo que la restauración de la libertad emplea las elecciones pero no se abandona a ellas, so pena de legitimar la dictadura.

Temas para pensar sobre la ruta constitucional, democrática, pacífica y electoral…


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