ELIDES J. ROJAS L. | EL UNIVERSAL
En tiempos de revolución, más allá del hombre nuevo y otras remembranzas guevaristas, aparecen formas de vida que van pegadas al país y a la época en que se produce el fenómeno revolucionario, aunque, claro está, hay elementos comunes, inseparables que siempre estarán orbitando alrededor de los súbditos, haciendo vida común con las víctimas del proceso. Como los bachaqueros, el mercado negro o la delincuencia.
La Unión Soviética fue la mejor promotora mundial del nuevo estilo de vida, entre colas y racionamiento, represión, espionaje, violencia; pero con mucha disciplina interna y cero tolerancia con los malandros. El problema con el Estado tenía sus orígenes en la disidencia, pero choro pillado, sin importar militancias y compromisos, terminaba o preso o fusilado. Lo demás es parte del escenario y del tránsito vital de los desafortunados súbditos que les haya tocado ese premio. Cuba, gran alumno, se lanzó más de 50 años tratando de emular la fábrica de pobreza soviética y lo logró con creces. Si se trata de modelar estilos de vida socialistas es en Cuba donde están las señales a seguir y los lineamientos generales que todo país empeñado en seguir ese camino victorioso debe acatar sin dudas ni cuestionamientos. Es lo que en algún momento se calificó en Venezuela como el mar de la felicidad. Y, como ya aterrizamos en la tierra de Bolívar, veamos cómo en apenas 16 años, imitar a Cuba y superarla, ya es un hecho que no admite pruebas en contrario. Es visible. Público y notorio como dicen los abogados.
Pobreza en crecimiento indetenible, aunque los números y estadísticas digan lo contrario. Informes mensuales oficiales que antes eran puntuales, desaparecieron para no volver más, como la inflación o las cifras de homicidios. Colas interminables de gente para comprar cualquier producto. No solo alimentos. También los peroles necesarios para lo que se supone es una vida normal en una ciudad normal. Pues, no hay. Y no volverán, pues el gobierno decidió seguir respetuosamente los caminos del mar de la felicidad. Medicinas con cifras de desabastecimiento realmente desoladoras, aunque, como debe ser, son negadas por las autoridades. Por el contrario, la información oficial apunta a todo lo contrario o, cuando la cosa es sumamente difícil, simplemente se limita a explicar cómo van a resolver el asunto. La reina del concurso es el control cambiario, con casi 14 años de vigencia, sin nada que controlar y actuando como una especie de boa constrictor contra empresas y personas. Un control de cambio que fue creado para proteger las divisas y las reservas internacionales, pero que en realidad no sirvió para nada de eso. La fuga de divisas se dio igual por otras vías. Lo mismo ocurre con el control de precios, un perfecto generador de escasez, que subsiste en medio de la inflación más alta del mundo. Y eso es lo que hay.
Pero, en materia de inseguridad ciudadana, sí hay una diferencia sustancial con Cuba. Allá no están con contemplaciones con las bandas y los malandros. Son duros con la especie. En Venezuela, sin embargo, son la autoridad en las calles. Hasta granadas tienen.
Iguales, pero no tanto.
erojas@eluniversal.com / Twitter: @ejrl
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