Un país embarrado por la indigestión de ambiciones, requiere limpiar sus miserias
ALFREDO YÁNEZ M. | EL UNIVERSAL
Todavía hay venezolanos que supuran por la ignorancia atrevida de aquellos que se atreven a convertir en dogma esa maniquea sinergia entre lo abstracto de un concepto subjetivo y lo concreto de una necesidad objetiva.
El fanatismo, independientemente de la óptica que se utilice, ciega y no permite entender que la patria es el hombre, como dice en su estilo Alí Primera.
¿Cómo está el hombre hoy en Venezuela?; que es lo mismo que decir, ¿Cómo está la patria? En miseria; dependiendo de las dádivas populistas de un Estado que se empeña en fomentar la ideología sin sustento y una alternativa que, a ratos, se pliega a esa fantasía de querer presentar las políticas sociales como reivindicaciones naturales, ganadas por derecho innato.
El hombre, la patria, está inmerso en la espiral del chantaje masivo. Si no estás con la revolución eres vendepatria, si no estás con la Unidad, le haces el favor al gobierno.
Al final, el hombre, la patria, sufre, padece la realidad absolutamente objetiva. El futuro que se construye hoy está cercado. La plata para comprar no alcanza; y si alcanza no hay qué comprar. La muerte viaja en autopistas y vive en el cerro, en el barrio y en la urbanización. Hace mucho, pero mucho, que el gobierno -y quienes hoy lo dirigen- y también los que aspiran a convertirse en alternativa, se pasaron de la raya. Cada uno con sus ambiciones, con sus lecturas estratégicas del momento y los escenarios, han dejado de lado a la razón de ser de la patria; al hombre.
Hoy, con toda la ignorancia atrevida, con toda la argumentación legal, pero ilegítima de origen, este territorio ocupado que es Venezuela siente que la patria es el papel tualé; por cierto, insuficiente para limpiar nuestras miserias.
@incisos