HERMANN PETZOLD RODRÍGUEZ | EL UNIVERSAL
Al parecer la oposición y el oficialismo tienen acceso a los mismos mecanismos de escucha que tenía Edward Snowden, porque las grabaciones siguen dándose como si fuera normal. La ilegalidad de la grabación y la difusión va en ambas vías de los grupos políticos. La última de ellas tuvo como protagonista a María Corina Machado.
Si nos ponemos amarillistas, ciertamente es más mediática esta reciente grabación, que la que presentó Juan Carlos Caldera con ánimo infructuoso de reinvidicarse. Es cierto, que el gobierno hizo algo que está fuera de la legalidad, pero también es cierto, que como oposición nos hemos equivocado al lanzar este mismo tipo de armas sucias de desprestigio político y personal, que solo merman el intelecto de quien lo ejecuta y de los protagonistas de las mismas.
Todos hemos pensado en un ejemplo doméstico. Qué pasa si mis vecinos, familiares directos o políticos, compañeros de trabajo, o amigos, se enteraran o escucharan una grabación de la cual participo, refiriéndome a ellos de mala forma ¡Por supuesto que me negarían el habla y retirarían su amistad de forma inmediata! En el caso de los políticos, y en este momento en particular, nadie objeta que tengan el derecho a realizar una crítica sobre algo o alguien, o a diferir en la forma de pensar, siempre que sea dentro de los parámetros del respeto. Aunque me parece que con María Corina, el problema no fueron sus palabras principalmente, sino en la coyuntura tensa en que las emitió, cuando todos los países prácticamente han aceptado a Maduro como Presidente legítimo de Venezuela, y al parecer –según ella– pudo haber un mejor plan para que esto no ocurriera.
Esta corta conversación demuestra que las opiniones de ella son más radicales que el promedio de los representantes de la MUD, y que por ende, a grandes rasgos, no busca escuchar la opinión de una persona como Carrera Damas sino que solo quiere buscar que alguien le dé la razón.
Tal vez la MUD vaya a repudiar a María Corina en privado. Dicen que la ofensa se mide por la condición del ofendido, y cuando se refiere ella de esa forma a dos personas que han sido los líderes e impulsores de muchos cambios para Venezuela, ciertamente no cae bien para nadie. Puede haber diferencias y es totalmente válido, pero también estoy de acuerdo en que un solo mensaje público de la oposición de cómo hacer y decir las cosas es lo que debe prevalecer de ahora en adelante.
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