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martes, 15 de octubre de 2013

¿Qué país aguanta eso?. Por Dámaso Jiménez


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DÁMASO JIMÉNEZ | EL UNIVERSAL

Como en el Titanic, Maduro quiere una Habilitante para sentirse el dueño del mundo mientras el barco se hunde.

Ha contado con los poderes absolutos del Estado a su disposición y no ha sido capaz de detener una inflación anunciada para el mes de diciembre de 50% que terminó tomándonos por asalto ahora en octubre, mientras su aumento de sueldo pírrico es motivo de burla para un pueblo acostumbrado a reírse de la ironía de sus desgracias.

Si desde su alta investidura con todos los poderes del Estado en clara sumisión de sus designios, no ha podido combatir la corrupción, el desabastecimiento, la inseguridad, el caos, la falta de mantenimiento en nuestras principales industrias como Pdvsa o Sidor, el colapso eléctrico que tiene condenado a todo un país a las tinieblas; sería muy ingenuo llegar a pensar que el poderoso hombre sin origen establecido tenga pensado usar una Habilitante para usarla en aquello en lo que no ha tenido aún la más mínima voluntad política a menos que le sirva para atornillarse en la silla, cosa que hasta ahora le ha resultado fallida.

Por el contrario, Maduro, que ha resultado ser más adicto al abuso del poder y a la persecución que su antecesor el presidente Chávez, ha decidido declarar la guerra como comandante en jefe pleno y con disposición de su propia fuerza armada, contra aquellos fantasmas de la realidad que más lo acompañan a su lado porque los tiene del lado dentro, es decir, la burguesía parasitaria, la oposición a su mandato, la conspiración constante y el golpismo amenazante.

"No hay país del mundo que aguante una campaña incesante de los medios para desabastecer al país", dice Maduro para declarar el nuevo bombardeo contra la prensa independiente que da cuenta y retrata el desparpajo de las colas en las estaciones de servicio, porque la Pdvsa de Ramírez, su nuevo viceministro de economía, no despacha a tiempo en los lugares más apartados de su reinado de poder y menos en la frontera donde algunas estaciones ya se han dado el tupé de cerrar porque no hay combustible. (Léase Google)

"¿Quién aguanta esto? Deben ir presos los periodistas y dueños de estos medios porque con esos titulares buscan crear zozobra en el país", dice un Maduro peleado con el pálpito de la calle.

No son los medios, es la realidad de un país inflamable, ahora retratado no sólo en la primera de los diarios impresos, sino en las redes sociales, páginas webs, y en el boca a boca de la gente en las colas, que si ha aguantado todo esto en un extraño silencio que ya aturde.

Hacemos referencia a los sobrevivientes de una guerra económica declarada hace tiempo por la ineptitud de quienes destruyeron el aparato productivo de la nación, a la vista de todos desde un programa de televisión con el "showman" de la patria, e inventaron un control de cambio para apoderarse de las riquezas de los venezolanos en los últimos 10 años.

No hay duda, Maduro es ahora el rey del cadivismo que gasta a manos llenas los cupos de miles de venezolanos acusados por la gran corte de tener acaparado un dólar o de pretender utilizar alguna de las divisas que ya están destinadas para pagar los lujos de las familias imperiales del jet set "castrochavistaahoramadurista", esa que viaja en aviones cargados de aduladores a Milán, París, Roma, Moscú, Pekín, y degusta manjares inimaginables y se pasean por las más costosas tiendas, mientras los venezolanos pagamos condena y prohibición de salida del país y de superación personal, como víctimas de la guerra económica declarada por los enchufados del poschavismo.

Claro está que ya en la cima del poder y sin los regaños de su antiguo jefe, se le ha hecho insoportable la verdad de lo que sucede y está dispuesto a llevarse por delante y callar esas voces agoreras que reflejan su mediocre mandato, sin importar lo que el venezolano sufra.

Que salió derrotado el 14-A, que la partida mostrada por Lucena es falsa, que está llevando al país por un despeñadero, que no permitirá las elecciones del 8-D porque como plebiscito las tiene perdidas, son ruidos retumbantes que aspira hacer callar con la habilitante, la carta de máximo poder que le permitirá confrontar y perseguir sin pruebas ni argumentos a todo aquel que exija una verdad, o que la muestre.

Sin embargo, la verdad es una desgracia muy necia que siempre sale a flote.

www.biendateao.com

@damasojimenez


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