... llevan a toda la lucha opositora, que tanto costó articular y enseriar, directo al precipicio
LUIS VICENTE LEÓN | EL UNIVERSAL
A un mes del inicio de esta batalla campal entre diferentes sectores de la sociedad venezolana, muchos han preguntado ¿quién gana? Mi respuesta es: ¡nadie!
Demos unos segundos para que ustedes se descarguen y los invito a que me echen la culpa por la rabia que genera esta respuesta. Si les sirve de terapia, valdrá la pena leer los insultos, de ambos bandos, que veré en un momento en mi Twitter. Lo asumo con espíritu de sacrificio, si al menos eso les hace sentir mejor... porque no será con los resultados de esta convulsión que podrán sentirse así.
Empecemos por la población: ha perdido lo más importante de todo: la vida de hermanos venezolanos que nos enlutan a todos por igual y por quienes lloramos, incluso sin conocer.
Siguiendo por el Gobierno. La crisis social en la que está sumergido el país, mezclada con los embates de una crisis económica severa, que ya estaba cocinada por su modelo inadecuado antes de estos eventos, ha generado un impacto negativo en la popularidad del Presidente. La recuperación que había logrado como consecuencia del populismo económico antes de las municipales se evapora. Por otra parte, su imagen internacional se deteriora, perdiendo años de esfuerzos y plata para adornar y maquillar su revolución en el resto del mundo. Más allá de la confusión que siempre genera un conflicto y sus motivadores, es evidente que ningún país democrático puede ver presentable a un gobierno que en vez de dialogar reprime fieramente, mientras muestra que lo único que no es escaso en su país son las bombas lacrimógenas, los perdigones y ahora también las balas. Que defiende grupos paramilitares armados que en realidad son una panda de malandros, guapos y apoyados, que dejan muerte por donde pasan. Un gobierno que muestra con orgullo su control férreo de las instituciones, evidencia de la pulverización de la separación de poderes. Que logra la censura y autocensura de los medios con leyes aberrantes, adquisiciones y amenazas. Puede que mucha gente ingenua se crea las peroratas que se usan para camuflar esta realidad, pero la evidencia es demoledora internacionalmente, más allá de los países aliados del chavismo, que tampoco se comen el cuento, pero lo defienden bajo la premisa del hoy por ti y mañana por mí.
Uno asumiría entonces, por análisis espejo, que la oposición toma ventaja de la crisis. Y se equivoca. Los números muestran una oposición también debilitada y con su credibilidad en el piso. La evaluación que las mayorías hacen de su acción en este momento es negativa, pues si bien respaldan su derecho a protestar, no lo hacen con las guarimbas y barricadas masoquistas y anárquicas, en lo que éstas han derivado, afectando la matriz de opinión y contaminando la protesta y la confianza en el liderazgo opositor como alternativa de cambio. La división entre moderados y radicales, mezclada con la lucha de egos entre sus líderes, pulveriza las alianzas opositoras y pone granadas a su articulación. Los líderes moderados se debilitan frente a su propio mercado político más radical, que lo sienten débiles y colaboracionistas, mientras los líderes radicales son vistos por la oposición racional como unos irresponsables loquitos de carretera que, por una mezcla de prepotencia, ignorancia y apetitos personales; llevan a toda la lucha opositora, que tanto costó articular y enseriar, directo al precipicio. Y los estudiantes, nuestra mejor parte como país (y a la única que apuesto), quedan presos, sin querer, de las fuerzas que le rodean, enlodados por una violencia que no es de ellos, ni buscan, ni quieren.
Esta batalla entonces huele a caña de azúcar, pero no por lo dulce, sino por la molienda de liderazgos que van a pasar por ese trapiche... y de los que probablemente quedará el bagazo.
@luisvicenteleon
luisvicenteleon@gmail.com
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