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sábado, 13 de diciembre de 2014

¿Qué pasaría con la popularidad del gobierno tras las sanciones de EE.UU.?. Por Luis Vicente León


Por Luis Vicente León | Prodavinci

En días recientes el Congreso de Estados Unidos ha propuesto un conjunto de sanciones a algunos funcionarios del gobierno venezolano. Aunque su puesta en práctica depende de la firma de Barak Obama, es bueno preguntarse cuáles serían las consecuencias de esas sanciones en la percepción política de los venezolanos.

La historia reciente ha demostrado que las sanciones internacionales sólo han producido una cosa: mayor fortaleza política interna al sancionado, especialmente puertas adentro de sus propios círculos y militantes.

Varios ejemplos lo demuestran, pero para citar uno cercano basta recordar cuando se activaron las sanciones de Estados Unidos contra Ernesto Samper mientras era Presidente de Colombia. La acción fue interpretada desde el nacionalismo y las sanciones lo atornillaron políticamente en su país.

Las sanciones de Estados Unidos contra Cuba son consideradas, al menos dentro del análisis político contemporáneo, un disparate, en términos del impacto logrado contra el gobierno de ese país. Los réditos de esa acción son casi nulos. O incluso algo peor que eso: se ha convertido en una excusa retórica para justificar más de una falla desde el poder detentado durante años por Fidel Castro y ahora por su hermano Raúl Castro.

Por otro lado, Estados Unidos tiene todo el derecho que tiene cualquier nación de otorgar y de quitar la visa a quien quiera. Eso no está en discusión. Pero cuando un derecho que es tácito se replantea discursivamente y pasa a ser visto como una sanción, muchas veces tiene efectos internos contrarios al esperado.

Por ejemplo: en este momento, la mayoría de los venezolanos concentran su interés en la búsqueda de soluciones a los problemas económicos que afectan dramáticamente su vida. De manera que lo verdaderamente relevante en el clima interno puede que sea completamente distinto a lo que plantea Estados Unidos, pues las sanciones contra los funcionarios venezolanos va a leerse como lo interprete la mayoría. Y esa lectura va a depender de quiénes le expliquen lo que sucede a la ciudadanía y de cuál sea la visión que se difunda en los medios de comunicación. En ambos casos, el gobierno venezolano tendrá una ventaja comparativa.

En dos platos: la decisión del Congreso de Estados Unidos sobre sancionar a un grupo de funcionarios venezolanos puede tener mucho más impacto positivo en la política interna de Estados Unidos que en la de aquí.

Han sido infinitamente más eficientes, en la historia, las estrategias de presión emprendidas junto a los organismos internacionales que defienden los Derechos Humanos, que las sanciones unilaterales de un país frente a otro o frente a funcionarios individuales.

La tendencia política natural es que la mayoría rechace las acciones de países extranjeros que puedan interpretarse como una intervención o una medida que vaya contra los intereses de la Nación. Sí: estas acciones irían dirigidas contra funcionarios específicos que no deben afectar la cotidianidad de los venezolanos. Pero en política lo que tiene verdadero impacto no es lo que pasa sino lo que la gente cree que está pasando.

Y, en condiciones como las nuestras, los gobiernos locales tienen una enorme ventaja perceptual frente a una sanción impuesta por otro país.


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