HERBERT HUDDE | EL UNIVERSAL
Si hay algo claro es que en lo económico el modelo chavista es un rotundo y monumental fracaso.
Hoy trataré de explicar por qué el desmadre que nos acogota no se debe a la mala implementación de un modelo que bien implementado sí funcionaría, ni a otras causas circunstanciales o fortuitas, sino a que su esencia es tal que inexorablemente está condenado a fracasar.
El eterno, en su afán de ser lo más grande de la historia desde Adán y Eva hasta el día del juicio final, quiso inventar un sistema nuevo, diferente de todo lo existente, que llevara a la humanidad hacia la suprema felicidad. Y parió un sistema o modelo que es un mezclote de socialismo, con medios de producción de propiedad estatal y de las distintas formas de "propiedad social" (comunales, cooperativas, etc.), conviviendo con la participación de los medios de producción de propiedad privada.
Pues bien, es absolutamente imposible que ese mazacote funcione bien, por las siguientes razones que atañen a las mencionadas tres formas de propiedad de los medios de producción:
Los que están en manos del Estado, como está más que demostrado en todo el planeta y a lo largo de toda la historia, nunca se han desempeñado eficientemente, por decirlo de forma suave, aunque pueda haber una que otra excepción. Los ejemplos aquí sobran.
Aquellos de propiedad social, al igual que los estatales, lo usual es que tampoco funcionen bien, y aunque lo hagan, normalmente son de minúscula significación: no son unas comunas que se ponen a producir empanadas o bloques de arcilla las que van a movilizar una economía hasta hacerla una potencia. Japón lo es hoy en día gracias a Sony, Toyota, Seiko, etc., y no a las japonesitas de un barrio que formaron una cooperativa con el fin de montar un tarantín para vender sushi.
Y ahora caemos en las que sí pudieran hacer fuerte una economía: las empresas privadas.
Creo que los chavistas nunca van a entender esto: para que el capitalismo funcione eficientemente y rinda sus frutos, no solo se requiere que existan medios de producción privados, sino que además estos tienen que operar en mercados libres, en los que los precios y las cantidades que se producen sean el resultado del libre juego de la oferta y la demanda. Aclaro que hablo de libertad y no de libertinaje: la economía debe funcionar libremente en lo económico, pero dentro de limitaciones sanas y necesarias que deben respetarse, como el cuido del ambiente, el buen trato hacia los trabajadores y los consumidores, el pago de los impuestos, etc. Pero con todos los precios controlados, y las autoridades metidas de cabeza en las fábricas inspeccionando todo lo que se hace y dando órdenes, las empresas privadas no pueden funcionar, y lo peor, nadie invierte un céntimo en un país donde eso ocurre. En síntesis, los medios de producción privados, dentro de un entorno carente de libertades económicas, simplemente no sirven para nada.
Así, como resumen de todo lo anterior, si las unidades productivas de un país, sea cual sea su forma de propiedad, ni producen ni pueden producir con eficiencia, por unas u otras razones, pues es obvio que ese país está irremisiblemente destinado al fracaso. No hay pele.
Pero si además tenemos que en Venezuela se disfruta de las linduras de un feroz, ridículo y absurdo control de cambio que asfixia al sector productivo, de una total inseguridad jurídica, de un bochornoso irrespeto por la propiedad privada, etc., todas ellas inherentes al chavismo, creo que está bastante claro cuáles son las posibilidades que tenemos, no digo de llegar a ser una potencia económica, sino tan siquiera de salir del hoyo. Y para no hundirnos en una severa depresión mental mejor no hablemos de la escasez de dólares actual.
Pero por ahora tranquilícense, que Maduro declaró en estos días que en 3 meses acabará con la escasez y el desabastecimiento. ¡Hurraaaa, se terminaron los problemas!
herbert_hudde@yahoo.es
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