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sábado, 16 de noviembre de 2013

Suprema estupidez. Por José Vicente Carrasquero


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José Vicente Carrasquero / Runrún.es

La actuación de los personeros de este gobierno me recuerda un capítulo de Los Simpson en el cual Bart salta a la fama al decir “yo no fui”. La tercerización permanente de las responsabilidades y la frecuente creación de ficciones como la guerra económica y la trilogía del mal no hacen otra cosa que demostrar la creciente debilidad de la actual administración.

Enumeraré a continuación una serie de recursos que el gobierno usa para tratar de evadirse de sus responsabilidades y no asumir las consecuencias de unas políticas equivocadas que han venido llevando al país a la ruina y a los venezolanos a una situación de depauperación, que nos pone a la cola del continente en cuanto a calidad de vida se refiere.

Se pretende culpar de la falta de dólares a los llamados raspa-cupos. Gente que ante la dificultad de conseguir divisas como se hace libremente en la mayor parte del mundo civilizado, recurre a los viajes como mecanismo casi exclusivo para tener acceso a las mismas. Con un diferencial cambiario que está en el orden de 10 veces el cambio oficial, todo el que tiene la posibilidad recurrirá a este procedimiento. No cabe duda que esto tiene su origen en el CADIVISMO implantado por el gobierno hace más de diez años.

Desaparecen dólares de Cadivi y del fondo chino porque a alguien se le ocurrió la brillante idea de falsificar las firmas de algunos funcionarios. Y eso se queda así. No hay responsables. Esa excusa parece ser suficiente para esconder la triste verdad de la corrupción que se genera al amparo de los controles y la discrecionalidad de los funcionarios. Las instituciones del estado hacen caso omiso. Voltean para otro lado. Se hacen los locos. Queda en evidencia un esquema de complicidad que tampoco es investigado.

La guerra económica es quizás el más ridículo de los recursos que un gobierno irresponsable puede emplear para escurrir el bulto. Decir que la escasez es producto de unos malvados que esconden los bienes es un sinsentido. Nadie que se dedique a la comercialización de productos va a quebrar su empresa para ir en contra del gobierno. Habría miles de formas más inteligentes. La realidad es que las empresas no están produciendo. Unas por dificultades de acceso a las divisas y otras porque están en manos de un gobierno incapaz que convierte todo lo que toca en ineficiencia y corrupción.

El sabotaje eléctrico hace de los militares el hazmerreir del país. Se supone que ellos tienen el control de la seguridad del sistema de producción y transmisión de energía. Mal puede hablarse de ataques a unas instalaciones que están bajo la vigilancia de un cuerpo que consume buena parte de nuestro presupuesto nacional. La triste realidad es que este gobierno abandonó los planes de desarrollo eléctrico y dejó este asunto en manos del más incapaz planificador que ha tenido el país en toda su historia: Jorge Giordani.

Quizás el argumento que nos deja peor parados es el que usa la ONA para explicar el problema del alijo de droga incautado en París y que salió del Aeropuerto de Maiquetía. Resulta que nuestros cuerpos de seguridad son tan incapaces que no pueden detectar y evitar operaciones de agencias de otros países que involucran la movilización de 1,4 toneladas de cocaína. La sola mención de este hecho debió haber venido acompañada de la renuncia de la directiva de la ONA, del ministro de Interior y de algunos mandos de cuerpos militares y policiales encargados de combatir el tráfico de drogas.

Los anuncios de Maduro para resolver los problemas económicos que nos agobian parten de dar por ciertos todos estos recursos de un discurso falaz que busca responsabilizar a los demás de las acciones propias. Como consecuencia se traducen en más controles y mayores dificultades para el comercio y la producción.

En medio de esta de esta suprema estupidez, solo podemos esperar que los problemas se agraven. No aparecerán los productos que escasean, no se detendrá la inflación, no dejará el dólar paralelo de ser el marcador de la economía, no se detendrá el escandaloso empobrecimiento de los venezolanos. La criminalidad seguirá campante. El problema de la electricidad seguirá siendo parte de la lista de asuntos que empeoran nuestra calidad de vida.

Los no anuncios de Maduro el día seis de noviembre dejan claro dos cosas: el gobierno le está dando más importancia a unos posibles resultados electorales que a la resolución de los problemas de los venezolanos y mucho más grave, el ejecutivo nacional carece de capacidad para comprender la gravedad de la crisis que estamos viviendo.

La suprema estupidez se hace más evidente: si el problema no se entiende, no se puede resolver.


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