Pablo Pérez / El Nacional
La época navideña siempre ha sido especial para cada uno de los venezolanos. Históricamente han sido días de celebración, estrenos, remodelaciones en nuestros hogares y hasta de intercambio de regalos. Ya era normal que el venezolano en estos meses de noviembre y sobre todo diciembre modificaba su conducta y hasta se apartaba de las preocupaciones diarias. Esto cambió drásticamente.
Quienes han venido ocupando el poder en Venezuela han mantenido el afán de cambiarlo todo. Lamentablemente hasta con la Navidad de los venezolanos se metieron, modificaron y sumergieron en la crisis que todos los días nos agobia. Son tan disparatados, que en el marco de su operación propagandística, han querido vender la idea de unas supuestas "Navidades felices" que nadie saben dónde están.
En esa idea que ellos tienen de las supuestas "Navidades felices" estiman que para cumplir con esa meta, cada venezolano debe calarse horas en una cola para poder comprar un pernil, por ejemplo, y que ese ciudadano se sienta "bendecido" por un gobierno que se ocupa de su navidad. Cuanta indolencia.
Qué ironía que el aparato de propaganda oficial quiera disfrazar la triste realidad a la que han sometido al venezolano, cuando todos estábamos acostumbrados a comprar lo necesario en la época navideña sin hacer colas y ajustándonos a nuestros ingresos. La navidad venezolana es triste y está en crisis.
Hoy el venezolano común confronta graves dificultades para medianamente cumplir con todos los pasos que incluye esa especie de ritual navideño. Comprar los juguetes de los niños es casi que una hazaña, porque no hay variedad en el mercado y lo que se consigue tiene precios inalcanzables para las mayorías.
Adornar los hogares es casi que una utopía. La mayoría usa las luces y los adornos de años anteriores. Comprar, por ejemplo, un arbolito sobrepasa fácilmente los 2.000 bolívares y sólo un juego de luces de regular calidad, porque las de buena son historia pasada, significa una erogación promedio de más de 300 bolívares. Si usted quiere pintar su hogar, como lo hacía en todas las navidades, es una epopeya financiera por lo costosa que está la pintura y demás materiales que se necesitan.
Los tradicionales estrenos se han reducido al mínimo, porque el dinero obtenido a través de los aguinaldos a duras penas alcanzará para algo de poca calidad, aunque muchos venezolanos no tendrán esa dicha de disfrutar de una prenda de ropa nueva.
La cena navideña está en riesgo de extinción. Una hallaca en promedio cuesta mínimo 60 bolívares y si la familia es muy amplia la cosa se complica. El jamón navideño sobrepasa los mil bolívares por unidad. El pernil también cuesta un ojo de la cara y hasta el licor se tornó una exuberancia para la celebración.
Salir a celebrar con los familiares y amigos es un peligro, producto de la inseguridad ¿quién no teme salir en esos días tan especiales a la calle? Todos, porque son horas de picos altos en materia de delitos y accidentes de tránsito. Y en algunos casos para muchos se dificulta más ese compartir, porque parte de tus seres queridos se fueron a otros países buscando lo que no tienen en Venezuela.
Ante las dimensiones de la tragedia que vive el país, el pueblo tiene que ser inteligente para racionalizar los gastos y extremar el disfrute comedido en familia. No caiga en consumismos innecesarios. Soporte la tentación de un nuevo Dakazo que al parecer prepara el gobierno para engañar a los incautos y no se endeude, porque cuando la resaca pase se encontrará con compromisos que de pronto no podrá cubrir.
Son días de reflexión y de entender quiénes son los culpables reales de la desaparición de tu calidad de vida. Identifica a quienes te sacaron de tu zona de confort. No olvides a quienes han destruido el país a propósito, porque no todos los problemas son la consecuencia de supuestos errores.
Si quieres que tus próximas navidades sean realmente felices, actívate y participa para construir un futuro de progreso y esperanza, pero en Venezuela.
Y mi más sincera recomendación a usted, que lee, no se gaste lo que no tiene que el próximo año le va hacer falta.
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