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sábado, 3 de enero de 2015

Feliz 2015... Yo te aviso Chirulí. Por Adolfo P. Salgueiro


Adolfo P. Salgueiro / El Nacional

Felicidad y prosperidad para el año que se inicia. Ese es el saludo que hemos venido dando y recibiendo a lo largo de esta temporada de fiestas navideñas como grata costumbre que arropa a todos los venezolanos. Sin embargo, ya las festividades han concluido, la guachafita va llegando a su fin, los terminales de pasajeros registran el regreso a casa para enfrentar la difícil realidad que espera a los venezolanos en 2015 la cual –lamentable pero inevitablemente– es menester afrontar sea cual fuere el lado de la confrontación política o la neutralidad en el que cada quien se sitúe. Visto desde esa perspectiva podemos anticipar que el año que se estrena será bastante menos feliz y próspero de lo que hubiésemos deseado aun cuando en lo familiar o personal –Dios lo quiera– podamos acumular éxitos y satisfacciones.

Imagínese usted, amable lector sabatino, como será la realidad real si hasta el propio Banco Central –consumado creador de realidades virtuales– acaba de reconocer que Venezuela registró ya tres trimestres consecutivos de decrecimiento económico, lo cual –en todos los idiomas– significa recesión. Ciertamente, las amas de casa llevaban tiempo ya anticipando el pronóstico y viviendo sus efectos.

En otras oportunidades hemos afirmado que las crisis no se desatan mientras no suba el precio de la harina de maíz precocida, ya que el mayor porcentaje de la población poco o nada tiene que ver con las cifras macroeconómicas ni con las reservas de divisas, la constitucionalidad de la designación de los poderes públicos, la libertad de expresión o las relaciones con Irán. Pues bien, ya se está tornando evidente que los factores de descenso de nivel económico general están golpeando la puerta de los sectores que solo reaccionan cuando ven afectadas sus necesidades primarias. Eso ocurre ya cuando un boleto de Metro aumenta 200% mientras a los sectores que producen alimentos básicos se insiste en dificultarles la vida tanto como sea posible.

Todo aquello que hasta ahora se resolvió con importaciones por parte del Estado o de los “enchufados” ya no puede continuar, por cuanto para ello se requieren dólares y eso es justamente lo que no hay. Duro como suene afirmarlo, nadie le fía ya al Estado venezolano, por más que se alegue soberanía y se pida respeto. El riesgo país sextuplica el de Bolivia, en donde su presidente habla estupideces retóricas pero se cuida de no cometer los errores que ya ha visto transitar en las ejecutorias de quienes padecen diarrea verbal asociada con gríngolas ideológicas.

En el plano internacional, mientras se festeja –merecidamente– el ingreso al Consejo de Seguridad de la ONU por el próximo bienio, lo cierto es que los acontecimientos recientes nos dejan totalmente descolocados. Cuba cambia de ubre sin siquiera avisar a la vaca lechera de la cual mamó por más de una década. Los viejos enemigos de medio siglo se reconcilian mientras nosotros quedamos presos en la retórica antinorteamericana, solos y descolocados ante la “realpolitik” del hasta hace días mentor ideológico de los comunistas trasnochados que hoy pretenden legitimar sus errores cubriéndose con el apodo de “bolivarianos”. Por si ello fuera poco se acumulan sentencias y laudos muy desfavorables en litigios internacionales.

Nuestros aliados políticos en el mundo son Irán, Bielorrusia, Siria y algún otro más de esa calaña, mientras en Miraflores creen que Rusia y China son “socios estratégicos”, sin darse cuenta de que son actores de grandes ligas que ven a Venezuela tan solo como peón de sus ambiciones mundiales.

No hablemos de la “chulocracia” caribeña y centroamericana. Ya se dio la primera muestra de salto de talanquera (por no decir traición) con Guyana que, viendo que la regaladera venezolana va palo abajo, no ha tenido empacho alguno en activar todos sus reclamos e interpretaciones del Acuerdo de Ginebra que por años el “comandante eterno” dejó de lado a cambio de una solidaridad tarifada que solo perduró mientras Venezuela pagó el peaje. Pronto seremos testigos de nuevas piruetas acrobáticas por parte de hasta ahora beneficiarios de la generosidad venezolana.

Mientras tanto, el gobierno se mantiene inmóvil, la gasolina se sigue y seguirá regalando, Maduro convoca conferencia de prensa para no anunciar nada, etc., etc. Ante estas realidades ¿cree usted que existen motivos para pensar con realismo que 2015 puede ser próspero y feliz?

apsalgueiro@cantv.net


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