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domingo, 6 de marzo de 2016

La mandarria constituyente. Por José Guerra


José Guerra / Banca y Negocios

“Si gana Maduro, este país en poco tiempo va a llorar lágrimas de sangre”. Ese fue mi vaticinio hace justo tres años, cuando se nos planteaba una nueva elección presidencial, y muy a mi pesar el tiempo me ha dado la razón. Era algo perfectamente predecible, todas las señales estaban allí, muchos otros analistas lo advirtieron.

Hoy puedo afirmar, incluso con mayor certeza y conocimiento de causa, que si Maduro no sale de la Presidencia no hay salida posible de la grave crisis económica y social que atravesamos, y eso incluso si mañana el precio del petróleo retornara mágicamente a cien dólares por barril.

Resulta claro que este régimen que no tiene remedio, que perdió todo contacto con la realidad y que dedica todas sus energías a mantenerse en el poder y repartirse el botín.

Esta es la hora en que todavía no anuncian un nuevo esquema cambiario, simplemente porque no se ponen de acuerdo en el tamaño de la tajada cambiaria que le toca a cada una de las facciones que sostienen al régimen. Al mismo tiempo, se le pide a la población que siembre su comida, apague la luz y colecte su propia agua, porque el Estado ya no garantiza ni lo más básico.

Leo con estupor que, como parte de un fulano Plan Matacola, ya en Trujillo la venta de productos básicos se hace por sorteo: toman la cédula laminada de quienes estén en cola a las seis de la mañana, las meten en una caja y van sacando la cédula de los afortunados que podrán comprar ese día. El colmo, hacer cola para participar en una rifa.

Llegamos a un punto donde resolver el problema económico de la gente pasa necesariamente por resolver el problema de la transición política. No es la vía más expedita, pero ya no queda otra vía.

A propósito de los resultados del 6D, el exparlamentario oficialista Fernando Soto Rojas resumía sabiamente que “la oposición nos dio con la misma mandarria que le dimos en 1998”, resaltando con ello el enorme poder que tiene la voluntad popular.

Escribo estas líneas cuando todavía la Unidad no anuncia el mecanismo constitucional para reemplazar a Maduro, pero ya sea enmienda, revocatorio, renuncia o una combinación de mecanismos, queda claro que, en última instancia, las fuerzas del cambio siempre pueden apelar al poder constituyente para destrabar el juego.

El régimen no se puede atrincherar indefinidamente en una estrategia de desgaste, pues la mayoría cuenta con la mandarria constituyente, que le permite “convocar una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución” y, por si fuera poco, en dicha empresa “los poderes constituidos no podrán en forma alguna impedir las decisiones” de dicha Asamblea.

No es lo ideal, de hecho no está planteada como la primera opción, pero si los factores en el poder insisten en su miopía estratégica, no quedará otra alternativa sino refundar la República.


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