León Luis Vicente León luisvleon@gmail.com
La economía se está abriendo internamente de facto, debido a la pérdida de control del gobierno sobre los sector económicos, lo cual ha generado alguna mejora puntual en términos de abastecimiento.
En estas últimas semanas, algunos voceros oficiales han indicado que el próximo año será el despegue de nuestra economía hacia el desarrollo. ¿Es posible que dada la situación actual del país (sin negociaciones, ni cambios políticos, ni elecciones democráticas), el gobierno de Maduro aplique medidas económicas racionales que le ayudan a reestabilizar el país, rescatar los equilibrios perdidos e insertarse de nuevo el mercado financiero y comercial internacional?
Planteado de esa manera, la respuesta es un rotundo NO. La palabra clave para rescatar la economía es la confianza. De ella depende el valor de la moneda, las decisiones de inversión y la capacidad de plantear un proceso exitoso de reestructuración y renegociación de la deuda y resulta evidente que confianza es algo imposible de lograr ahora mismo para el gobierno revolucionario.
Pero el problema es aún mayor. Sin una negociación política que permita el restablecimiento de la democracia, una parte fundamental de la comunidad internacional, incluyendo EEUU, Unión Europea, Canadá, Japón y el Grupo de Lima, mantendrá su posición de desconocimiento al gobierno de Maduro y en contraposición, su respaldo al gobierno de Juan Guidó, que si bien no controla el país en términos territoriales, ni administrativos, a nivel internacional es reconocido por muchos países, lo cual le da poder de representación legal de Venezuela, además de conferirle el control de los principales activos externos de la nación.
¿Puede entonces el gobierno de Maduro negociar la apertura de esos mercados, hoy cerrados a su gobierno, sin pasar por una negociación con el gobierno de Guaidó? No. ¿Puede garantizar la colocación de su producción petrolera en los mercados internacionales más importantes, sin que se eliminen las sanciones impuestas por EEUU a su gobierno? No. ¿Pueden normalizarse las importaciones de bienes, servicios y tecnología para atender las necesidades de desarrollo y producción en Venezuela? No. ¿Puede el gobierno revolucionario renegociar una deuda externa que está basada en New York, donde no podrían ni sentarse frente al juez como representantes del gobierno de Venezuela, pues el Estado norteamericano sólo reconoce al gobierno de Guaidó como su contraparte? No.
¿Puede entonces el gobierno de Maduro, incluso aplicando medidas racionales y de apertura (que por cierto se negó a aplicar cuando hubieran sido efectivas), rescatar los equilibrios internos y externos de la nación? NO.
Pero cuidado con brincar de aquí a la conclusión simplista de que eso significa que Maduro está acabado y es sólo cuestión de días su salida del poder. Las ciencias sociales no proyectan tiempos y por supuesto que pueden ocurrir muchos eventos que cambien esta historia, pero el escenario de permanencia de Maduro en poder, pese a las sanciones y la crisis, sigue vigente. La economía se está abriendo internamente de facto, debido a la pérdida de control del gobierno sobre los sector económicos, lo cual ha generado alguna mejora puntual en términos de abastecimiento. Las importaciones privadas crecen, las operaciones de compra y venta interna se realizan en moneda extranjera, a niveles superiores al 50% y crecen a ritmos agigantados, surgen nuevas empresas pequeñas y medianas, que aprovechan su flexibilidad para atender nichos de mercado y aparecen en escena los actores vinculados a los países aliados a la revolución. ¿Esto nos conduce a la modernidad y el desarrollo? No, pero si podría llevarnos a una economía dual y de subsistencia, como las que se registraron en Cuba, Irán, Siria y Corea del Norte, todos por cierto sancionados desde hace muchos años, todos en crisis… pero todos sus gobiernos aún en poder.
Luisvleon@gmail.com
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