DÁMASO JIMÉNEZ | EL UNIVERSAL
Luego del informe de inteligencia citado por José Vicente Rangel en su programa del domingo 20 de octubre, en el que alertó sobre la preocupación del país por el desempeño económico de Maduro, el gobierno venezolano intensificó el número de cadenas y el pataleo mediático con el que intenta negar el grave fracaso de la gestión y su responsabilidad en las secuelas de devaluaciones y el impacto inflacionario convertido en el verdadero golpe económico que prácticamente quebró la economía de los venezolanos.
Claro, Rangel lo que hizo fue minimizar el tema de la legitimidad de origen del gobierno que da por indiscutible, pero algo ocurrió cuando intempestivamente se niega a seguir ocultando que el actual gobierno va en picada según el informe de "un importante organismo de seguridad y defensa venezolano", de lo que no se brinda por cierto mayores detalles –Censura dixit-, pero en el que aparentemente se hace referencia sobre el cruce de información que ya es vox populi en cada esquina, taxi, mercado, aeropuerto, oficina y hasta en los cuarteles, sobre el lamentable desempeño de Maduro en estos 6 meses de gobierno.
Lo que llama la atención son los cambios de seña que comienzan a hacerse visibles inmediatamente después en diferentes espacios de trascendencia política nacional, como la Asamblea Nacional por ejemplo, con la juramentación pacífica del comisario José Sánchez, a quién le devolvieron su ganado curul luego de 4 años de torturas y castigos, o la firma de creación del Cesppa, (Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria) que según el constitucionalista Asdrúbal Aguiar y el editor Teodoro Petkoff, no solo transforma en "eunucos" a los ministros del Interior, Justicia y Paz, Cancillería y Defensa, sino que termina traspasándole el poder de la República a los militares, en una especie de "Tatequieto" que aparentemente pasó desapercibido ante los ojos del país.
Cuando estamos a poco más de un mes para un conteo nacional de unas municipales devenidas en plebiscito, los mismos chavistas en instancias de poder saben de la inconveniencia que resulta para el país mantener este pobre discurso de confrontación, persecución y amenazas.
Ya no se trata de la típica polarización de un grupo élite en el poder que discrimina y cercena al otro que piensa distinto, como ha ocurrido en los últimos 15 años. Es la inflación récord, la escasez de productos básicos, la criminalidad desatada, los apagones sin respuesta, que afectan a todos. Algunos de los seguidores chavistas que tanto respeto, podrán seguir creyendo en el cuento de la conspiración desde el imperio, incluso que la culpa de la escasez y el desabastecimiento es consecuencia de unos acaparadores fantasmas que salen de la oposición y nadie detecta, pero ya están hartos de la misma cantaleta de un gobierno que oculta, miente, habla paja, acusa pero no gobierna, ni delega, ni transa, ni argumenta, ni presenta salidas. Los mismos chavistas lucen decepcionados porque consideran que el gobierno de Maduro es peor que cualquier otro de la tan criticada cuarta república.
Ya lo advirtió uno de los padres ideológicos del socialismo del siglo XXI, Heinz Dieterich, en entrevista reciente con Fernando del Rincón a través del canal de noticias CNN, "el gobierno de Maduro es pura fantasía y manipulación". El exasesor de Chávez dijo que el mandatario venezolano desvió el rumbo de su antecesor y apostó a su salida para antes de abril del 2014, si sigue protagonizando uno de los gobiernos más torpes de la historia política venezolana.
Vamos a unas elecciones municipales bajo la semblanza de un gobierno llorón, impotente e incapaz de nada por mejorar la situación crítica de los venezolanos, mientras el común sale a la calle a batirse ante la inclemencia de los anaqueles casi vacíos. Lo que se consigue hay que pelearlo en el interior del supermercado, y si por fin lo tienes en tus manos debes pagarlo más caro y llegar con ese mínimo mercado a casa sin ser víctima del delito.
A seis meses de gobierno de Nicolás Maduro, las únicas políticas a la vista son la importación de alimentos, que es comida para hoy y hambre para mañana y solo terminan engrosando las arcas de los enchufados; la persecución de los viajeros que buscan obtener su miserable cupo en dólares y son tratados con desprecio, y el hundimiento de la plataforma electoral que sostiene el grueso de las candidaturas municipales del PSUV para este 8 de diciembre. Chávez era un portaviones y Maduro es un submarino, y los candidatos rojos lo saben, por eso nadie se retrata con el mandatario para los afiches y las vallas de la campaña.
Hasta ahora no hay fotos de Maduro levantando los brazos de sus candidatos, porque no es cuento la forma como fue dilapidado el capital electoral de la máxima figura de un socialismo que ya luce con el sol en la espalda.
@damasojimenez