En Venezuela viene por partida doble. Dos presidentes, dos Asambleas y ahora dos monedas. Lo que no hay son dos salidas a la crisis. De esa parece haber una sola… y nadie la consigue
LUIS VICENTE LEÓN
Es obvio que el gobierno perdió su capacidad para controlar la economía. Pasando por una situación crítica, que combina su propia ineficiencia y torpeza, con un modelo de desarrollo primitivo y una reacción internacional severa que lo aísla y castiga con sanciones generales, resulta evidente que la revolución no tiene divisas suficientes para sustituir, manipular, ni chantajear al sector privado.
Sin poder entregar divisas, ni importar directamente muchas de las mercancías provenientes de los mercados modernos y convencionales, debido a las sanciones, el abastecimiento del país queda dependiente de los pocos bienes que puede adquirir el gobierno de sus aliados y de las importaciones que puede (y decide) realizar el sector privado venezolano que, aunque limitado por las restricciones del “over complaince” que sufre por parte de la banca y de algunos proveedores internacionales, sigue siendo la única vía posible y lícita para abastecer el mercado local de mercancías.
Frente a esta realidad, el gobierno ha tenido que reconocer, de facto, su incapacidad para mantenerse como el actor controlador de la economía y el resultado ha sido una apertura de hecho de los principales mercados, que incluye la liberación de las operaciones cambiarias, la liberación de hecho de los precios y la reducción de la monetización del déficit fiscal. Es casi un modelo ortodoxo de respuesta a la crisis, donde el protagonismo recae de nuevo en el sector privado, que es el único capaz de operar en el entorno hostil que enmarca la situación del país.
Pero aunque el gobierno se vea obligado a abrir la economía, ya no es posible con eso rescatar los equilibrios perdidos, pues se enfrenta a los bloqueadores y sanciones externas, que impiden el regreso a la normalidad.
Nada resuelve el problema económico sin restablecer la confianza de los agentes y esto depende de las negociaciones y cambios políticos democráticos, que no parecen estar en el tapete. Sin poder resolver el problema de fondo, que ya no es el modelo económico de apertura o control, sino la pérdida de legitimidad política y la desconfianza institucional, las medidas adoptadas por el gobierno para rescatar equilibrios macroeconómicos, sean estas racionales o no, son “impotentes” para lograr el objetivo que se plantean.
Sin margen para atender el problema de fondo, que no es otro que el paso por una elección presidencial competitiva y negociada, el gobierno tenía cinco opciones principales para atender los problemas operativos que causa la hiperinflación, aunque sin resolver el problema real: 1) implementar una nueva reconversión monetaria, 2) producir billetes con más ceros, pero sin cambiar la moneda, 3) permitir que el mercado elimine los ceros empíricamente, sobre los billetes ya existentes, 4) dolarizar formalmente la economía ó 5) plantear una doble contabilidad en bolívares y petros. Escogió la quinta opción.
¿Qué busca esa doble contabilidad bolívares-petro? 1) evitar una nueva reconversión, con otro fracaso cantado, 2) permitir que se contabilice en moneda virtual (criptomoneda local) que no necesita emisión (con sus costos involucrados) y permite resolver el problema de cifras en las máquinas fiscales, 3) preservar los valores de las transacciones a título impositivo, con una indexación atada al petro 4) “petrificar” una moneda como el bolívar, que ya era historia y no cumple desde hace tiempo sus funciones principales de moneda oficial.
Interesante que todo en Venezuela viene por partida doble. Dos presidentes, dos Asambleas y ahora dos monedas. Lo que no hay son dos salidas a la crisis. De esa parece haber una sola… y nadie la consigue.
luisvleon@gmail.com
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