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domingo, 17 de noviembre de 2019

¿Qué aprender de Bolivia?. Por Luis Vicente León


¿Qué mensajes encontrará el gobierno, para evitar que le pase algo similar a Evo Morales? (Por cierto lo mismo que debe aprender la oposición para actuar en reversa)

LUIS VICENTE LEÓN

Lo primero que quiero resaltar es que los eventos internacionales o históricos no son directamente comparables y esperar que se repitan es más un “wishful thinking” o un temor enfermizo (dependiendo de que lado estés) que una expectativa racional. Pero si es importante aprender algunos elementos que pueden enriquecer el análisis de otra sociedad. El caso de Bolivia es distinto al venezolano. La conexión y popularidad del líder, la composición social y étnica, la solidez de las instituciones, la organización de la oposición y las características del sector militar de ambos países, son diferentes y por lo tanto es ridículo proyectar linealmente. Pero es evidente que tanto el gobierno como la oposición venezolana van a desmenuzar el caso para aprender de él, en este momento complejo que vive el país y la región.

¿Qué mensajes encontrará el gobierno, para evitar que le pase algo similar a Evo Morales? (Por cierto lo mismo que debe aprender la oposición para actuar en reversa):

1) Reforzar el compromiso militar. Resulta obvio que si ese sector se desmarca del gobierno o incluso si se manifiesta neutral, en medio de una convulsión social que promueve la salida del gobierno, los riesgos de ruptura y salida del poder se agigantan, por lo que es vital controlar su relación militar como sea y evitar que su adversario tenga acceso a él, bajo ninguna circunstancia.

2) Evitar procesos electorales, a menos que su adversario este totalmente fragmentado: Para un gobierno autocrático, el momento electoral es una caja negra, siempre peligrosa, incluso cuando parece controlar todos los hilos del poder institucional. Si un líder no representa una contundente mayoría, burlar al pueblo en un “momentum” electoral siempre constituye un peligro de explosión social y de pérdida de equilibrios políticos, que pueden desembocar en una salida del poder, como el caso reciente de Evo Morales o en otros casos emblemáticos como el de Alberto Fujimori en el Perú. Mientras menos expuesto a elecciones esté un gobierno de esas características, menos riesgos corre y hará todo lo posible por evitarlas. Claro que si su adversario le ayuda, impidiendo o cuestionando, él mismo, las elecciones o asistiendo a ellas multifracturado, sin posibilidades reales de ganar la elección aun siendo una clara mayoría, el gobierno puede agradecer el favor pareciendo democrático y participando en la elección para validarse o legitimarse, sin riesgos reales.

3) La capacidad represiva. El aprendizaje para los gobiernos duros es que no tienen vuelta atrás. Si no están dispuestos a todo para sostenerse en poder, suelen no sostenerlo, por lo que el gobierno aprenderá a mandar mensajes contundentes, que dejen claro a tirios y troyanos que va a enfrentar adversarios a toda costa y sin límites de ningún tipo.

Y, ¿qué aprenderá la oposición, adicional a esto?

Que tiene frente una oportunidad de oro y un riesgo monumental. El éxito de la protesta popular y la acción social en Bolivia representa un símbolo de lucha y esperanza para la oposición venezolana. En un momento en que la oposición se acerca a su convocatoria de calle el 16 de noviembre, necesita conectores y motivadores para superar la apatía que embarga a la sociedad, pese a su deseo de cambio. Algo puede encontrar en la sismología boliviana, si la utiliza correctamente. Es su forma de llegar al tan necesario: “Si se puede” que remotive a la gente a participar activamente, permanentemente, pacíficamente y tercamente, para defender sus derechos

¿El riesgo? Que el impacto motivador de Bolivia se difumine, el gobierno se apertreche y la convocatoria del 16 se quede en la misma foto impactante y bonita, pero nada mas, causando mucha más decepción que esperanza.

luisvleon@gmail.com


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