Carlos Blanco / @carlosblancog / EL NACIONAL
1. Hasta el momento Guaidó sigue en su gira con dos éxitos muy importantes. El primero es ser recibido como presidente, con el boato concomitante, en Colombia, Francia, Reino Unido y Canadá. Frente a las escenas del 5 de enero, con un presidente que intenta saltar una verja, surge el contraste de las guardias de honor, caravanas, respaldo político y tratamiento respetuoso dispensado; a lo cual se añaden los encuentros no programados pero sí fotografiados con la canciller Merkel, el ex secretario de Estado John Kerry y otras personalidades. Para la oposición ha sido un bálsamo. Excelente si ve a Trump; mal signo si no.
2. El segundo éxito importante es la visita a Madrid. Guaidó tuvo un evento de masas, lo que rebotó entre nosotros como algo significativo. Supongo que no solo por el acto en sí mismo sino por el contraste con la frialdad de la calle en Venezuela; fue un factor de relativa moralización doméstica y tal vez de idénticos efectos en la comunidad democrática, venezolana y española, de España. A lo que se agrega el desastre de un gobierno como el de Pedro Sánchez, incapaz de formular una política hacia Venezuela, sumido en las contradicciones provocadas por su alianza con Podemos, y con la metida de pata de la recepción que ocurrió/no ocurrió/pudo haber ocurrido con Delcy Rodríguez.
3. Sin embargo, la gira ha tenido algunas carencias significativas y errores lamentables. La asesoría no funciona adecuadamente o tiene asesores contradictorios. La intervención en Davos fue muy pobre. Ese es un auditorio de gente que se ocupa del planeta entero y que quiere escuchar lo que viene para el mundo económico, financiero y político. No haberse preparado para ese evento fue un error monumental.
4. Otro problema es que Guaidó tiene un discurso muy básico sobre los problemas de Venezuela, pero no presenta una estrategia. Sus interlocutores sí tienen visión de la estrategia que debe ser aplicada en Venezuela y sus posiciones no son idénticas, y con frecuencia son contradictorias. No se puede admitir entusiasta la línea dura de Estados Unidos, Colombia y Brasil, y, al mismo tiempo, consentir la línea blanda de la mayor parte de Europa.
5. El resultado es que ha desplazado “el cese de la usurpación” por “elecciones libres”. En términos retóricos se puede afirmar que no hay elecciones libres sin que cese la usurpación; pero, en términos políticos, si se coloca el tema electoral se vuelve desleída la consigna principal y en el camino se puede llegar a que, “dado que no hay otra cosa”, debe irse a elecciones con el régimen en el poder. Guaidó puede terminar en la posición de Capriles, quien la asume con más claridad.
6. Finalmente, es absurdo plantear que Cuba puede ser parte de la solución, cuando es el problema central por su dominio rapaz sobre el país.
7. Deseo su regreso en paz, sin atropello.
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