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miércoles, 4 de marzo de 2020

La invasión que no vendrá. Por Carlos Blanco


Carlos Blanco / @carlosblancog / EL NACIONAL

Hay menos gente que espera una invasión para liberar a Venezuela de la que se burla de los que supuestamente la esperan. Por estos días, el electoralismo ha modificado el dilema tramposo de “o nos entendemos o nos matamos” por el no menos ominoso de “elecciones o muerte”, hasta podría ser “elecciones o Maduro forever”.

La lógica que sostiene la ilusión electoral asegura que nadie vendrá a liberar a Venezuela desde afuera y que, dadas esas circunstancias, solo queda el esfuerzo doméstico y como los ciudadanos carecen de armas y apoyo militar, no queda sino acudir a las urnas electorales. Tal como aconsejaban los sabios acomodaticios, “agarrando aunque sea fallo”.

Lo cierto es que no hay ni habrá invasión a menos que la locura de la cúpula roja desarrolle acciones militares abiertas hacia el exterior. Esto no sucederá porque los jefes de la corporación criminal han decidido disfrazar sus incursiones externas con financiamiento subrepticio a grupos desestabilizadores y la siempre generosa ayuda al ELN, la disidencia de las FARC, los colectivos, y otras pandillas.

No habrá invasión porque Estados Unidos no está en condiciones políticas de hacerla y porque las fuerzas democráticas del país no la piden, entre otras cosas, porque convertir a Venezuela en espacio de una ocupación militar extranjera prolongada no le interesa ni le conviene a nadie.

Si esto es así, ¿de dónde emergerán las fuerzas internas para el cambio? ¿qué papel desempeñan los países que apoyan la destitución del régimen y la reinstauración de la democracia? Las fuerzas internas pienso que pueden emerger de la alineación progresiva de factores políticos e institucionales que han diferido entre sí en el pasado, pero que ahora asumen el objetivo del reemplazo del régimen y entienden que la opción electoral sin “cese de la usurpación” conducirá a la continuidad del fraude.

Los países que rechazan al régimen también difieren entre sí: los que procuran elecciones de cualquier tipo “con condiciones” (que el régimen nunca dará) y los que creen que hay que sustituirlo torciéndole el brazo. Los primeros liderados por Europa y los segundos por Estados Unidos, Colombia y Brasil principalmente.

La convergencia de la coalición nacional con la coalición internacional, entre los que procuran el cambio de régimen adentro y afuera, es la clave para construir una presión irresistible que obligará a que los soportes del régimen se resquebrajen aún más. Algún día surgirán los que del entorno podrido sacarán su cabecita llena de moscas e inmundicia para decir: Nicolás, vámonos que aquí nos odia todo el mundo.

No será una guerra prolongada a lo Mao Tse-tung sino algo que me imagino parecido al 23 de enero de 1958 o al 11 de abril de 2002, cuando los generales, inspirados, presionados o atemorizados por la fuerza ciudadana, le dicen al tirano: “O corres o te encaramas” y, en los ejemplos mencionados, Pérez Jiménez y Chávez corrieron…


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