ALEXANDER CAMBERO | EL UNIVERSAL
Ikuwuchi Kurosawa sostuvo al alegre cantor para matarlo o dejarlo libre. El ruiseñor deseaba librarse de su encarecedor. Una lucha tenaz por zafarse del verdugo y no dejar sin su romance melodioso a los espesos días de la brumosa aldea. Sus alas doradas aplastadas por la mano inmisericorde de su agresor. La vida sujetada hasta ahogar el último soplo. En Venezuela la democracia también está atrapada en un mundo de sombras que hacen que su destino lo escriba la incertidumbre. Han girado instrucciones para ir dejándola sin el oxigeno necesario para vivir como los dictan sus principios de equilibrio entre sus poderes. El huésped de Miraflores observando el acontecer desde el prisma de su pequeñez, cree que liquidando a la democracia podrá lograr su perennidad en el poder, sueño inconcluso de su fallecido mentor, quien creyó que su destino era la proeza eterna. Sin embargo murió quejándose de sus dolores profundos, y de aquel supuesto invencible quedó la absoluta indiferencia de millones de venezolanos. El drama con el ilegitimo disfrazado de presidente, es la certeza que tiene la población de sentir que él responde a la pauta de factores exógenos. Cuando habla muestra en su intencionalidad la marca de los intereses del comunismo internacional. El régimen cubano tiene en el gobierno nacional a su satélite particular. China igualmente sabe que disfrutan de ventajas increíbles en desmedro de nuestro futuro. Ambos manejan los hilos por sus redes de corrupción y sumisión total del sórdido personaje devenido en gobernante. Otras naciones del ecosistema obsoleto esperan su turno para lamer de la ubre petrolera, aquella que calma sus angustias y repleta sus bolsillos.
La democracia venezolana sufre el drama del ruiseñor. Se persigue a quien no comparte este totalitarismo. Se intimida con amenazas de cárcel para todo aquel que no se arrastra ante la felonía. Otros escogen venderse por millones de dólares, dinero que no ocultará lo miserable que terminaron siendo. También existen los románticos que ensalzan una revolución socialista y antiimperialista que terminará llevándonos al matadero. Como en fila india marcha el país con su garganta descubierta para ser rebanada en la filosa guillotina. Esta administración le estorba todo aquello que tenga tinte democrático, por eso aprietan para asfixiar hasta lograr un sistema policial como el cubano en donde está prohibido vivir en libertad. Un régimen homicida es el ejemplo que siguen los títeres nacionales, en más de cincuenta años solo pueden mostrar una sociedad profundamente empobrecida. Con niveles infrahumanos en materia de seguridad alimentaria. La carencia de los derechos humanos es una materia pendiente que tiene el gobierno antillano. Son tan dramáticas sus condiciones que muchos de sus connacionales prefieren sufrir el riesgo de ser devorados por los tiburones que vivir en esa pesadilla. ¿Qué nos puede enseñar ese modelo fracasado?
Con estos usurpadores y traidores a la patria, nuestra maltrecha democracia está en terapia intensiva. Por eso la fábula del ruiseñor atrapado en las manos de un tirano viene como anillo al dedo. La firme intención es ir liquidándolo todo de manera paulatina. Si no reaccionamos terminaremos siendo una nación convertida en una república de ciudadanos adoctrinados, que repetirán como cotorras las recetas del totalitarismo. Un pueblo cargado de dogmas incomprensibles y lealtades baladíes, con tantas vicisitudes que hasta el derecho a pensar estará prohibido.
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