Thays Peñalver / El Nacional
Cuando escribí “Las opciones de Nicolás Maduro” (El Universal 25/04) el presidente tenía alternativas. Podía utilizar una visión como la de Deng Xiaoping basada en ese conocimiento de los chinos de “a pie”, quienes tienen un dicho sobre el círculo vicioso del comunismo que reza: “Los controles generan el estancamiento, el estancamiento promueve la liberalización, la liberalización el desorden, el desorden promueve los controles y los controles generan el estancamiento.”.
Parecía indicar que quería modernizar el atrasado pensamiento de la izquierda retrógrada entendiendo a Venezuela y crear un modelo similar a “un país dos sistemas” o al “Doi Moi” (Renovación) vietnamita. Maduro la tenía fácil y todo parecía ir bien con Merentes, quien llamaba al consenso entre las partes productivas y construía una alternativa, mientras velaba porque esa renovación se hiciera posible en la vida de los venezolanos sin claudicar sus posiciones socialistas. Pero es evidente que Nicolás finalmente optó por amarrar su caballo en Miraflores. “Montado sobre las glorias” de un pasado arcaico, terminó como Fidel destruyendo su propia idea de revolución y ahora se dispone “a destruir al país”.
El dilema de quién ganaría el pulso económico fue develado rápidamente. Ganó la parte del chavismo que nunca entendió que Cuba tenía menos habitantes que Caracas cuando Castro peleaba en la jungla y que el “desembarco del Granma” no fue el de Normandía, sino cuatro gatos que saltaron a una playa, en una isla que solo tenía dos hoteles y una mina. La que jamás entendió que el “Cuartel Moncada” fue más propaganda que proeza, porque era más pequeño que el de la Policía de Chacao. Ganó la parte que no se enteró cuando Fidel Castro explicó que “primero cayó el campo socialista y luego la Unión Soviética” porque proponen el “campo socialista” como salida a la crisis. La que no se enteró que los chinos y soviéticos acabaron con las comunas en los 70, porque las comunas habían destruido la producción y fueron los creadores del mega mercado negro.
Hoy, con las reservas internacionales en los niveles de 2003 y bajando, Venezuela se dispone a enfrentar el posible comienzo de su “periodo especial” con un barril de petróleo a 70 dólares que significa que habrá dinero únicamente para pagar el servicio de deuda externa y las importaciones mas necesarias, una inflación de más de 100% (el gobierno de Maduro será peor que el de Caldera II), una contracción económica de 5% y con 80% de la población que “siente que el modelo económico no funciona” y que “la gente perdió la confianza en que ese modelo (de Maduro) puede resolver los problemas del país” (Datanalisis, 30-10). Con ello, las posibilidades electorales de la revolución son las peores de toda su historia y son, por lógica, directamente proporcionales al aumento del juego sucio. El asunto es simple, como sostienen los expertos “con esos números, no hay forma de ganar una elección”.
Así, el gran aumento de los votantes opositores, aunado al aumento del voto castigo y la abstención castigo serán un hecho frente al infarto económico de 2015. Por eso el gobierno se mueve entre gallos y medianoche para convertir nuestro 51% de votos, en su mitad más uno de diputados. Hoy escogen a su gente para realizarlas tan rápido como sea posible (marzo-abril, si no febrero), modifican las circunscripciones de acuerdo al último resultado electoral para garantizarse que en el barrio 12 de abril sus 7.000 votantes aseguren un diputado y que los 30.000 opositores del barrio de al lado se queden sin representante. Por eso pretenden no darle tiempo a la oposición de hacer primarias, “identificar y neutralizar a sus lideres”, preparar las mega trampas contenidas en las dos impugnaciones (Mendoza 2004-Capriles 2014) y lanzar una cruzada de Dakazos como campaña electoral, porque la “inercia financiera” si bien existe, no pasa de marzo. A partir de allí, las posibilidades de salir ilesos en las elecciones disminuirán con los meses o incluso, es posible que se planteen no hacerlas.
Por eso, una minoría que perdió el favor de los votantes (51% opositores) parece disponerse a preparar su plan B. Y esa es la razón por la que Venezuela amaneció hace un mes completamente aterrada. Frente a su año mas duro, con apenas un poco más de la mitad del presupuesto de dólares, una minoría sueña con su revolución subsahariana, con todo y su “solución final del problema burgués” a lo Zimbabue y a ejecutar el “Salto Adelante” en pleno siglo XXI. De allí que las últimas instituciones de “orden social” que mantienen el precario control pendan de un hilo, una policía “reformada” (dícese descabezada) y superada por los colectivos, o ideas como que la Guardia Nacional integre la Milicia (dícese desaparezca) son las ideas desesperadas que recuerdan a gente importante que a la muerte de Chávez y como nos anunciaban que había llegado el momento de tomar las armas.
Para una cosa y para la otra. Tiene la palabra el liderazgo opositor.
Recibe nuestras actualizaciones por E-Mail. SUSCRÍBETE GRATIS AQUI
Twittear |