Marta Colomina / El Nacional
Dos fotografías publicadas en La Patilla el día en que Maduro presentó su “memoria y cuentos” revelan, por sí solas, las mentiras y la corrupción del régimen. La primera gráfica capta “el festín de camionetas de lujo” de quienes aupaban en la AN los embustes e insultos del “orador”, y la segunda: vista aérea de una cola gigantesca alrededor del mercado Bicentenario de la Plaza Venezuela. Maduro bramaba en la AN sobre las “dificultades” que la “guerra económica” de la “burguesía parasitaria” de la “derecha”, han hecho pasar a la economía venezolana, y mientras el FMI pronostica para Venezuela en 2015 una caída del PIB del 7% , el cínico Maduro aseguraba que este año “será el de la renovación económica”. Poniéndose la soga en su propio cuello, Nicolás recordó que “el ingreso de nuestro país en 15 años se quintuplicó” y a sabiendas de que la mayoría de esos ingresos fueron dilapidados en corrupción(de la cual surgió la boliburquesía parasitaria chavista); en la regaladera obsesiva de Chávez y de Maduro a sus compinches del continente; en cachivaches y armas de guerra adquiridas a China y Rusia, Maduro dijo que más del 60% de esa inmensa riqueza había sido invertida “en lo social”.Para reforzar tamaña mentira, mostró una gráfica borrosa e ilegible, de las diluídas cifras inventadas por su amanuenses . Añadió haber “invertido seis veces más en educación y nueve veces más en salud”, omitiendo las cifras de deserción escolar, la virtual eliminación del Plan de Alimentación Escolar, escuelas derruidas y maestros con sueldos miserables. “¿Cuál es el avance de un país donde 1.700.000 jóvenes no estudian ni trabajan?” Le pregunta el diputado Julio Borges a Maduro. Baste ver las cifras sobre el incumplimiento de Venezuela de las metas del Milenio del PNUD y del desmantelamiento que hizo Chávez del sistema nacional de Salud para crear “Barrio Adentro” (hoy en ruinas). Los médicos de los hospitales del país reportan que no cuentan con insumos (no hay medicinas, así que pacientes con cáncer y otras enfermedades mueren sin tratamiento). Por no haber, no hay jabón para lavarse las manos, ni guantes, ni cepillos, ni sal yodada, ni nada. El desabastecimiento obliga a cambiar las dietas de los pacientes de hospitales y clínicas: “ya no reciben proteínas, ni lácteos, ni verduras, ni frutas variadas”. En sus “cuentos” en la AN, Maduro volvió a culpar de la escasez a “distribuidores y mayoristas. “¿Como puedes decir que el gobierno controla 74% de toda la comercialización de productos básicos, pero son “otros” los culpables de la escasez?”, vuelve a preguntar Julio Borges a Maduro, y añade: “Maduro: pregúntales a tus panas de Brasil, Ecuador, Bolivia o Nicaragua si ellos tienen esta tragedia de largas colas y la gigantesca inflación de 100% en alimentos”?
Todo lo que toca el régimen, lo arruina: ahí están los “exprópiese” que acabaron con nuestra agricultura: Agropatria, hoy un cadáver, nació destruyendo a la próspera Agroisleña (cuando fue expropiada, Chávez prometió “más alimentos a menor precio”); y la confiscada Friosa, que alimentaba a Guayana, hoy es una ruina con neveras dañadas y anaqueles vacíos. No aprenden: con la recién confiscada Distribuidora Herrera (varios de sus directivos están detenidos) se repite el robo y fracaso oficiales. “¿Cuál es el avance social de un país -inquiere de nuevo Borges a Maduro- en el que los precios de los alimentos han crecido 246% en dos años, miles viven en refugios, se construyen muchas menos viviendas de las anunciadas y hubo 25.000 muertes violentas en 2014?”
15% de incremento salarial murió al nacer devorado por el aumento de la gasolina (silencio sobre el petróleo regalado a Cuba y Petrocaribe) y por la enorme devaluación. Dejó el invisible 6,30, dizque para medicinas y alimentos que, de haber sido usado para ese fin, los anaqueles de mercados y farmacias no estarían vacíos. La corrupción oficial con el control cambiario es tan escandalosa, que el humorista EDO la grafica así: “El dólar a 6,30 será para rubros alimenticios. Por ejemplo, los guisos”. La ruina de Venezuela no es por la caída del petróleo (ningún país petrolero está en quiebra), sino por los 16 años en los que no ha habido rendición de cuentas sobre en qué se gastaron los más de un millón de millones de dólares recibidos. En esos años, vimos surgir unos boliburgueses parasitarios que cayeron sobre la riqueza nacional como una plaga de langostas.
Maduro está derrotado dentro y fuera del país (Dieterich´s dixit). En su viaje a Bolivia, Dilma Rousseff prácticamente le esquivó el saludo y Evo no le mostró la efusividad de siempre. Del muy costoso viaje a China, Rusia y países árabes, vino con las manos tan vacías como las arcas nacionales. Ahora corroído por el miedo y la debilidad de su tambaleante gobierno, la respuesta de Maduro a los problemas del país es cada vez más represiva e irracional: como la de detener a un estudiante que pacíficamente repartía café a quienes hacían cola en uno de los mercados Bicentenario, y en los vasitos de cartón había escrito: “No te acostumbres, podemos vivir mejor”. ¡Y podremos!
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