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lunes, 5 de enero de 2015

Primer artículo del año con ratón y promesas. Por Eduardo Semtei


Eduardo Semtei / El Nacional

Hay diferentes tipos de ratón. Los dos más conocidos: el moral y el parrandero. Este segundo tipo proveniente de francachelas, bonches, convites, tarimas, toros coleados y escapatorias puede convertirse, dependiendo por supuesto del tipo bebida e ingesta, en un gorila o en un canguro. Si hay hallacas o mondongo o callos y combinación de vino, whisky y pacharán, la cosa es explosiva. Los conozco. Me visitaron un par de veces este año que acaba de convertirse en galáctico y eterno.

El acetaminofén se consume los primeros días de cada nuevo año en cantidades asombrosas. Es un chikungunyazo generalizado. Y entonces llegan las promesas. Siempre referidas al peso e índice de masa corporal, así como al control de bebidas espirituosas. Hay que ser como Claudio Nazoa y Winston Churchill. A ambos les preguntaron a qué se debía su longevidad y contestaron, con 50 años de diferencia: ¡Al deporte! Cuando el entrevistador replicó en tono de acusación: ¡Pero ustedes no hacen ningún deporte! Alegaron: ¡Precisamente por eso!

Hay otros que no prometen nada. Como vaya viniendo vamos viendo es su lema y rezo. A ratos la memoria les tiende emboscadas. Llegan los arrepentimientos, las cosas que no hicimos, que dejamos de hacer. Por ejemplo, en mi caso. No visité en la cárcel a mis amigos Raúl Isaías Baduel y Leopoldo López. Debí haberlo hecho. Por lo menos una vez. Lo fui difiriendo, distanciando, ocurre a mi favor que he manifestado públicamente mi respaldo y me he sumado al griterío por su libertad, pero igual, no los visité. Debí haber escrito artículos más contundentes, más convincentes. Para demostrar lo que, siendo evidente, todavía engatusa a muchos venezolanos. Que el socialismo del siglo XXI es una m…

Cerramos 2014 con una economía enferma. Una sociedad partida. El proceso civilizatorio en pleno retroceso. Una criminalidad espantosa. Una Pdvsa en colapso técnico y financiero. Sin cemento. Sin cabillas. Sin medicinas. Con colas. Sostenidos en la vida a punta de fe y esperanza. Un Sidor despedazado y una Agroisleña en bancarrota. Siempre se puede hacer más por el país. Mostrar indignación ante los atropellos infames contra Enzo Scarano, o Ceballos, o María Corina, o Juan Carlos Caldera o Richard Mardo. Ser intransigente en la defensa de los derechos humanos. Siempre se puede trabajar más en la consolidación de los partidos políticos, de los partidos opositores. Siempre se puede trabajar más para la victoria en las próximas elecciones parlamentarias.

No fui lo suficientemente capaz, lo confieso, de sacar del túnel del fracaso y la desmoralización a un grupo de venezolanos, los mosqueteros del Twitter, cuyo oficio lastimoso es quejarse como plañideras y anunciar calamidades, fracasos, trampas, absurdeces en contra de la MUD o de alguno de sus integrantes. Repiten malsanamente que es imposible ganar las elecciones con ese CNE. Que la MUD está dividida. Que el gobierno tiene todavía margen de maniobra. Que ellos no salen por elecciones. Palabrerío hueco. Vacío. Los veo hundiéndose en ese fango maloliente de la desesperanza y no encuentro forma de rescatarlos. Pobre gente.

Igual veo los intentos exitosos de grupos de venezolanos que se organizan, cada vez más, en caseríos, pueblos y ciudades. Que abandonan el corral rojo rojito y se asoman, primero tímidamente y luego con arrojo, a los predios del mundo democrático. Veo con entusiasmo el camino emprendido por Un Nuevo Tiempo y Avanzada Progresista de entenderse y articularse en un programa que podríamos llamar “nuevos tiempos progresistas”. Señal de unidad, de compromiso. Veo a los principales líderes opositores, a Capriles y a Falcón, gobernadores exitosos, blandiendo seguros la espada de la libertad y exhibiendo magníficas obras de gobierno. Evidenciando en forma categórica la diferencia entre eficacia y fracaso. Entre la honestidad y el pillaje. Entre la moral y la falta de ética. Entre el vicio y la virtud.

En razón de lo anterior me fijo como meta ser un mejor venezolano, un mejor opositor, un mejor elector. Redoblar esfuerzos y hacer de tripas corazón. Empujar este inmenso barco hasta el puerto de la victoria electoral parlamentaria. Y en esta lucha política convencer a quienes gobiernan de que no hay ánimos de venganza, de retaliación y menos de persecución. Que no recibirán el tratamiento que hoy sufren los presos de conciencia. Para reconstruir a Venezuela hace falta unidad, unidad y más unidad. Reconciliación. Hay que aprender el arte del olvido. Aquí cabemos todos. Siempre fue así.

Y en cuanto a los ratones decembrinos, confieso que no les tengo miedo, pues los tengo acorralados a punta de cervezas. Que son bien sabrosas, por cierto.

@eduardo_semtei


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