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jueves, 21 de noviembre de 2013

Matar al bolívar. Por Oscar Arnal


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OSCAR ARNAL | EL UNIVERSAL

La historia bíblica de las vacas gordas y las vacas flacas es una guía para gobernar. La economía y los comoditis como el petróleo tienen sus ciclos. Durante los últimos 14 años hemos tenido los precios petroleros más altos y sostenidos de nuestra historia. De siete dólares el barril durante los últimos años del presidente Caldera, los precios escalaron, a más de cien, que hoy promedian. Tanto que países petroleros como Noruega, han asegurado a sus cinco generaciones venideras. Y Arabia Saudita es el cuarto país con más reservas internacionales del globo. Mientras tanto, todos lograron dominar la inflación, que para los países de la OPEP se mantiene desde hace más de una década en un dígito.

Al nuevo gobierno se le escapó la inflación de las manos. Es el peor impuesto al bolsillo de los venezolanos. El mes pasado tuvimos el alto costo de la vida mensual más alto en los últimos 50 años, junto al más elevado índice de escasez. La reacción del Ejecutivo fue huir hacia adelante: apresar comerciantes, intervenir tiendas, promover más controles y responsabilizar a los empresarios. Medidas electoreras. Lo que se traduce en hambre para mañana. Si existiera oferta suficiente y sostenida de productos los precios irían a la baja.

El gobierno no entiende que los controles de cambio prolongados distorsionan la economía y alteran sus leyes y fundamentos. Funcionan solo como las ollas de presión. Generan una inmensa corrupción. En Zimbabue ante una situación similar, a Mugabe no le quedó otro recurso que suprimir su propia moneda. La hiperinflación murió y la inflación promedia un 4% anual. Mugabe no quiso casarse con el dólar como lo han hecho Ecuador, Panamá o el Salvador, que promedia la inflación más baja del continente. Pero dejó que monedas como el dólar de Sudáfrica corriera como la propia. Algo parecido ha hecho el Perú, que compite para tener la más baja de la región. El fenómeno de la Unión Europea también viene a colación. Países como España o Portugal que entraron con monedas muy debilitadas, al unirse al euro, repotenciaron sus economías.

Los controles económicos de izquierdas o derechas, como el caso argentino con la caja de conversión, terminan arruinando a la economía. Dejar fluctuar las monedas ha servido para que muchas de Latinoamérica le ganen terreno al dólar. Pero la situación patria es terminal. Nadie tiene confianza en el bolívar. Hay que tomar medidas estructurales y ajustarse el cinturón fiscal. Venezuela podría ser un paraíso económico, si empezamos por adoptar al euro, al dólar, al real brasileño, al peso colombiano o a todas juntas como monedas. Caso contrario y de continuar con el dogmatismo de corte marxista, lo que viene es mucha más escasez, hambre, desempleo y estanflación. El fin de la burbuja y el caos.

@OscarArnal

oscar.arnaln@gmail.com


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