DÁMASO JIMÉNEZ | EL UNIVERSAL
Los cargos de poder están repletos de funcionarios que olvidan que son empleados de una colectividad en el rol de electores que tienen el derecho justamente en democracia de expresar sus puntos de vista, a favor o en contra de determinado aspirante a llevar la administración de los intereses públicos de esa comunidad.
No es un cheque en blanco de sumisión, entrega y amor eterno para que el pretendiente una vez convertido en gobernador, presidente o alcalde, haga lo que le dé la magistral gana con los recursos o incumpla con sus labores, porque la colectividad por lo general una vez que se sabe equivocada o engañada lo cobra con votos en contra, previa pita.
Así mismo fue recibido el gobernador Arias Cárdenas y el candidato a la Alcaldía de Maracaibo, Miguel Pérez Pirela, en el acto de la bajada de la Virgen frente a la Basílica de "La Chinita", un evento de fe religiosa convertida en pandemónium y hervidero para la propaganda por los mismos políticos de turno que se creen dueños de los espacios del país.
Ante la majestuosidad del templo en honor al máximo ícono de la espiritualidad en el Zulia fueron colocadas 2 pantallas gigantes hicieron alarde durante toda la tarde de propaganda política a favor de Maduro, el gobernador Arias y el aspirante del PSUV para regir los destinos de Maracaibo. La feligresía que desconocía sobre la pomposa llegada del disparejo binomio justo antes de que diera inicio la solemne eucaristía, decidió recibirlos bajo una lluvia de pitas descomunales que obligó a los canales de Tv. en poder de la hegemonía roja a sacar la transmisión en vivo por unos instantes.
La cosa no pasó de ser una anécdota como tantas otras que suelen ocurrir en los tradicionales actos en honor a la Virgen Morena. Un pitazo que se enganchó en cadeneta entre los presentes hasta convertirse en un clamor popular, contra los 2 representantes de un gobierno que luce disfuncional ante la crisis y las necesidades básicas de un país, que no dan respuesta concreta a la escasez, el desabastecimiento, el desastre de la economía y el encarecimiento de la vida. Fue una catarsis espontánea que igual como comenzó, terminó, para darle cabida a la misa especial de la noche.
Una de las reglas de oro de enseñanza política en los años del colegio para sobrevivir a ese tipo de "chalequeos", era aguantar el temporal en silencio con una grata "sonrisota" de ser posible, porque ante la menor muestra de disgusto ya sabemos que las cosas se ponen mucho peor en un país donde la felicidad se ordena por decreto pero el malestar no.
Un gobernador que responde a la pita con amenazas de encarcelar a una dama que funge como adversario en las municipales de Maracaibo y a los manifestantes que participaron en la orquesta de protesta y son potenciales votantes en las municipales del 8D, no puede estar consciente de la necesidad de triunfo que requiere su fórmula política en la entidad para darle felicidad plena al gobierno de Maduro en estos instantes de incertidumbre.
Ya habíamos notado en anteriores oportunidades la torpeza emocional de gobernantes que actúan con pataleos resentidos ante la "malquerencia" de un pueblo, pero la actitud asumida por el gobernador Arias Cárdenas de llevar ante la Fiscalía a la alcaldesa Eveling Trejo de Rosales y al dirigente regional de Voluntad Popular, Ángel Machado, como responsables de la pita que recibió durante la Bajada de La Chinita, no tiene comparación con ningún otro acto de despecho político, en el que el mandatario objeto de la animadversión y la falta de amor de su relación de 10 meses con el electorado zuliano, amenaza con llevárselo todo por delante y utilizar su influencia terrateniente con los poderes del Estado, para vengar la afrenta de ya no ser correspondido en una noche jubilosa ante sus amigos y en directo por medios de comunicación propios.
Arias Cárdenas intenta inventar incluso un nuevo delito como es la pita, con penas aún incalculables para quienes sean acusados de tan feroz transgresión a la Ley, nada comparable con la cantidad de muertes violentas y atracos en pleno apagón del día en cualquier lugar del país.
La situación que pudo pasar inadvertida y olvidada incluso, terminó propagándose en mayor escala ante las amenazas fuera de lugar, al punto que la pita se convirtió en el Zulia en una forma de protesta en cualquier punto de la ciudad ante la escasez, la inseguridad, el alto costo de la vida, y el cinismo para responder al clamor popular.
Incluso hay quienes esperan el juego de La Chinita desde el estadio Luis Aparicio, tribuna para medir la popularidad instantánea de cualquier valiente dispuesto a medirse en unas elecciones cercanas, para aplaudir o volver a pitar la propuesta de gobierno encarnada en los candidatos apadrinados por el mandatario regional.
Pero será el 8D cuando la mayoría pueda decir: "Yo también pité".
@damasojimenez