JOSÉ DOMINGO BLANCO (MINGO) | EL UNIVERSAL
A propósito de mi artículo de la semana pasada, "Se buscan hacedores de un país", recibí algunos correos de lectores –a quienes quiero agradecerles sus valiosos comentarios - interesados, como imagino estamos la mayoría de los venezolanos, en buscar soluciones a la crisis que vivimos. Es reconfortante saber que, en esencia, si en algo estamos comenzando a coincidir, es en la necesidad de que los problemas que nos afectan, se solucionen. Ese deseo de salir de la crisis actual está latente en muchos. Es un pensamiento recurrente de aquellos que abrigamos la esperanza del resurgimiento de una nación que hoy se hunde por la pésima conducción, la indolencia y el afán de lucro personal de quienes nos gobiernan.
Si bien me gustaría poder compartir con ustedes todas las ideas que sugirieron quienes me escribieron, el espacio no me lo permite; no obstante, intentaré sintetizar la esencia de los planteamientos. Lo primero que voy a resaltar es que la mayoría –palabras más o palabras menos- coincide en opinar que nunca habían vivido una situación tan nefasta y desastrosa como la actual, razón por la cual se manifiesta harta de la politiquería; así como de los políticos y su pretensión de aferrarse a sus parcelas de poder. Y es precisamente a estos politiqueros que hoy descuartizan a Venezuela (tanto a los que gobiernan como a los que sueñan con hacerlo algún día) a quienes atribuyen la culpa-raíz de nuestros males.
Otra de las palabras recurrentes en los correos que recibí fue "valores". La referencia a la falta de valores, al rescate de los valores, a la siembra de valores, a la necesidad de inculcar valores es, para muchos, una prioridad que podría salvarnos de la destrucción total. La pérdida de valores, coinciden quienes me escriben, nos ha llevado a la descomposición moral y social que hoy nos infecta.
Pero, uno de los lectores fue aún más allá. Firmado por Félix Blanco –un venezolano radicado en Canadá- este amigo expresa en su correo la necesidad de que la reconstrucción del país "se ataque" desde diferentes flancos, con énfasis en la economía y la educación. Y entre sus ideas para el sistema educativo plantea que la primaria y secundaria debe orientarse al trabajo, de manera que nuestros jóvenes, al salir de sus escuelas o liceos, puedan ingresar al mercado laboral a ejercer algún oficio que les permita costear sus estudios universitarios. Es decir, al enseñarles el valor del trabajo tácitamente reforzamos la responsabilidad y ahuyentamos la holgazanería.
Para ello, el amigo lector insiste en la urgencia de acondicionar los planteles, construirle talleres, dotarlos con buenos equipos y ponerlos en manos de maestros bien formados y mejor remunerados, que formen al muchacho en oficios útiles. "Todo trabajo dignifica. No hay trabajos malos y buenos" afirma en la misiva. Destaca además la incorporación de Ética como una materia obligatoria en los pensa, la cual debe ser impartida en todos los niveles de la educación, desde la primaria hasta la universidad. Y esgrime otra buena razón para que los venezolanos veamos Ética en las escuelas: "hay que desterrar de nuestra cultura y genes, la falta de obediencia a las leyes, la falta de puntualidad, la famosa 'viveza' venezolana, el maltrato a los animales, el irrespeto a la naturaleza y el desapego a nuestro entorno (botar basura, no cuidar nuestros espacios comunes, etc.) y el no respeto a los derechos de los demás (por ejemplo, no poner música a todo volumen toda la noche)" ¡Cuán cierto! ¿No les parece?
Entre sus otras propuestas, esta vez en materia política, prosigue con algo tan elemental como la alternabilidad de los gobernantes en el poder –añorada por un amplio sector de la sociedad-, la cual debe ser garantizada por la Constitución para evitar que los que asuman la presidencia de la República pretendan "enquistarse en el poder para siempre"; para ello, sugiere reducir el período del mandato a menos de seis años y que sólo haya la posibilidad de una re-elección.
"El fuero parlamentario no debería ser removido, tan fácilmente, por capricho o abuso de una tendencia política. Deberían incorporarse otros mecanismos adicionales, como (...) la aprobación de organismos imparciales internacionales -como la Corte de La Haya- para permitir la destitución de un asambleísta, alcalde o gobernador". Y sentencia con algo en lo que le concedo razón: "las 'cadenas' (presidenciales) deben ser limitadas por ley".
Pero, les aseguro que de todas las ideas que sugirió el apreciado lector, ésta me pareció genial: "si el gobierno quiere regalar el petróleo, o cualquier otra riqueza a otros países; entonces, debe comprarlo a Pdvsa a los precios internacionales y luego hacer con él lo que quiera: regalarlo, cambiarlo por caraotas, médicos, servicios, etc". Yo sólo agregaría, amigo Félix: que lo pague, sí; pero, con el dinero que, "han desviado" y que hoy, se desborda de sus bolsillos.
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1
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