Fausto Masó / El Nacional
Se respira en el aire, el país está al estallar. Hay una rabia contenida que amenaza reventar, y que de cuando en cuando se traduce en algún disturbio en el Táchira, o en una cola en Caracas. Maduro se ha convencido del cuento de hadas sobre una conspiración internacional, “lo mismo pasó en el plano económico con Cuba y otras naciones socialistas como la Yugoslavia de Tito o el Chile de Allende. “¿Qué hicieron el imperio estadounidense, el Banco Mundial, y el Fondo Monetario Internacional para desmontar la estructura de Yugoslavia? Crearon un caos en el sistema económico de Yugoslavia y la partieron en 7 pedazos. A nosotros nadie nos va a partir en medio pedazo, pero ese modelo también fue el que aplicaron a Allende”. No hay tal conspiración, es que los ingresos del petróleo no alcanzan para pagar la fiesta venezolana, ni siquiera a $100 el barril paga los gastos oficiales. Maduro repite lugares comunes de la izquierda y no pone remedios a la crisis, se burla de las encuestas, dice que no cambiará, que seguirá a toda velocidad hacia el abismo
El arma de casa que sale de un auto mercado con una cebolla en la mano, el dinero no le da para comprar más; las que soportan horas de cola se ríen de la idea que duplicando el número de cajeras aparecerá el azúcar, el aceite; el trabajador cuyo sueldo no le alcanza, hasta ahora han soportado sus estrecheces pacientemente, pero en el aire se respira indignación, solo que esta vez todos los dirigentes de la oposición apoyarán la explosión.
El peligro para Maduro no es que “los capitalistas, la burguesía dominante y el imperio han tomado la guerra económica como forma principal de lucha para desmontar y caotizar la vida social de Venezuela”. No, es la gente común.
¿Cómo terminará esto? Maduro debiera verse en el espejo de Argentina que acaba de entrar en el sexto default de su deuda externa desde la posguerra. “Argentina como Venezuela era de los países más ricos del mundo, atraía la inmigración, la agricultura hacía el papel de nuestro petróleo.” tenía el mismo nivel de vida que Francia, tanto en 1900 como en 1950”. Esa decadencia tuvo un nombre Juan Perón; en Venezuela, Chávez.
“El peronismo representa la ilusión de un modelo de desarrollo autónomo impulsado por el Estado y liberado de las restricciones de la competencia y de la competitividad”. “Es así como, desde 1945, la Argentina tuvo una economía bastante cerrada. Frente a la decadencia económica, el Estado cayó en un clientelismo casi estructural”. Igual que Venezuela
“La economía argentina siempre estuvo marcada por una fuerte interferencia del Estado en las actividades privadas, y por un pobre respeto del derecho de propiedad.
Ese rasgo se manifestó especialmente desde la llegada de los Kirchner al poder, en 2003: expropiación de Repsol en 2012, nacionalización de los fondos de jubilación privada en 2008, manipulación de los índices de inflación, limitaciones a la exportación de capitales, entre otras. Igual que en Venezuela”.
“La Argentina muestra además el carácter ilusorio de los discursos de las elites políticas, basados en mitos y en la negación de la realidad, el carácter suicida de la negativa a adaptarse al mundo exterior”. Igual, de nuevo, ocurre en Venezuela.
“Hoy, el desempeño económico argentino se acerca al de Venezuela, y contrasta particularmente con el éxito de otros vecinos latinoamericanos, ya sean éxitos más tradicionales, como el de Chile, o más recientes, como los de Colombia y México”.
Según Maduro antes de Chávez “a los niños le daban el agua del espagueti como tetero. Era el infierno que vivía Venezuela”.
Maduro vive en las nubes. Maduro no ve lo que ocurre en Venezuela. El país está de toque. Ojalá nos equivoquemos. Venezuela no es Yugoslavia, nadie hace nada por desestabilizar al país, no hay ninguna amenaza de invasión. Venezuela no es la Cuba de 1960.
@faustomaso
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